viernes, 27 de octubre de 2017

A Mi Hija Imaginaria



En dado caso que algún día tenga  una hija, me gustaría poder  aconsejarla   como es debido porque estaría en mis deseos  que sea feliz. Y el tema del amor y la familia es central.  Entonces, conversaría con ella y diría algo en sintonía con las siguientes  líneas:

Querida hija, crea en la felicidad y gánesela  con sabiduría. Primero,  sepa que la felicidad está principalmente en uno. No necesitas de nadie y mucho menos de un hombre para ser feliz.  Eres un ser humano completo, ya sea en compañía o en soltería.

Es posible ser feliz soltero y es posible ser feliz en pareja. Aunque creo, por experiencia, que la felicidad acompañada es más intensa. Pero también considero  que la infelicidad acompaña es, de hecho, más intensa que en soltería. Es decir, entre solo y en pareja es mejor una vida en pareja. Pero  es mejor estar solo que mal acompañado. Es por eso  que estos asuntos no deben tomarse a la ligera. Si está en tus planes formar una familia,  hágalo. Pero hágalo bien y sin improvisaciones. La vida familiar es muy bonita pero hay que saber hacer las cosas. Póngale empeño. Busque pareja con seriedad y escoja bien. Encuentre un buen muchacho. No para llenar vacíos o  carencias tuyas sino motivada por tu consciente voluntad de construir un futuro  compartido como compañeros en igualdad de condiciones.  Recuerda que será tu acompañante vital y el padre de tus futuros hijos.  No te dejes llevar por los primeros impulsos. Uno debe aprender a controlar las emociones.  Cuando las pasiones se desbordan, causan grandes y lamentables errores más adelante. La disciplina y el autocontrol son claves en estos menesteres.  

No le prestes una atención desproporcionada a lo superficial ni a las circunstancias pasajeras, como el estatus y el dinero. Cualquier limitación  material que tenga de momento,  con el  tiempo las  superará si  el joven  tiene determinación y capacidad. Sé paciente y tolerante con  eso. Tranquila que si es buen árbol, dará buenos frutos, eventualmente.  Y acuérdate  que la atracción inicial es un instinto irracional. El verdadero amor se construye poco a poco  con pequeños actos de bondad.  Tal vez al principio no estés locamente enamorada de él pero si es noble y excelente vale la pena. Dale una oportunidad.  Fíjate primordialmente en su carácter, en sus valores y en sus aspiraciones. Debe ser educado, respetuoso, responsable,  formal, centrado y trabajador. Debe  ser amable, comprensivo,  conciliador y valiente. Debe ser humilde ante los reclamos y cumplidor de su palabra.  Debe ser fiel a los acuerdos y razonable en la conversación.  Definitivamente, aléjate de los fanfarrones, de los tramposos, de los arrogantes y de los rencores. Aléjate de los posesivos, de los inseguros,  de los groseros, de los patanes y de los excesivamente miedosos.  Hablen cuando sea oportuno de las necesidades prácticas de la vida. Hablen de casa, trabajo, y proyectos. Conózcanse. Disfruten. Conversen. Apóyense. Nunca se falten el respeto ni se descalifiquen. Por muy ilusionada que estés desde un principio nunca le permitas  malos tratos.   Hablen sus diferencias, y llegan a sanos convenios. No es fácil pero es sumamente necesario. Si luego las cosas entre ustedes no funcionan por fallas personales y  divergencias irreparables, terminen la relación en sana paz. Pero no caigas en la amargura ni en la frustración después de la ruptura.  Las decepciones amorosas son normales. Tómate un tiempo para sanar y  aprende de la experiencia. Luego vuelve a buscar otro candidato esta vez más preparada.

Por último, no creas en los  príncipes azules  como los personajes de los cuentos de hadas. No esperes que nadie te salve de nada. Las relaciones exitosas se forjan con trabajo mutuo y mucho cariño. Será duro  pero para triunfar debes poner mucho de tu parte.  Si otros lo han logrado, seguramente tú también podrás. Si afrontas la vida con gallardía, lo que te espera será la felicidad.


Te quiero, te apoyo y  deseo  que cumplas todos tus sueños.  Tu, imperfecto  y a veces muy distraído,  padre.



Gustavo Godoy


Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes  27 de Octubre 2017 en la Columna Entre libros y montañas
 

viernes, 20 de octubre de 2017

Sobre el Perdón



Con frecuencia se habla del perdón pero pocas veces se profundiza sobre ello como es debido.  Casi siempre se aborda el asunto  de un modo tan superficial que el concepto se pierde entre tanta oscuridad. En muchos casos la  idea se corrompe tanto que incluso se llega a  utilizar como chantaje.  Porque quien transgrede   siempre pide perdón  y  acusa de injusto a quien se lo niega. Invirtiendo de esta manera el lugar  de la  víctima y con el del victimario. Es decir, los hampones  piden clemencia y al verdugo lo convierten en un  villano.

El mundo está repleto de familiares, amigos y extraños que abusan reiteradamente de nuestra paciencia.  Luego, pretenden que nada pase y que los daños que han ocasionado sean olvidados sin mayores consecuencias. Entonces, cuando llegan los reclamos se transforman en los grandes profetas del perdón para más tarde reincidir.   Es por eso que el perdón  malentendido es una injusticia.  Ahora bien, el perdón para que sea provechoso debe servir al bien y  alejarse de sus extremos, la indulgencia y la venganza.

Aquello que nos ofende en cierto modo también nos mide. Porque el cuchillo puede cortar fácilmente el papel pero rara vez  logra romper la roca.  La rabia, el rencor y la amargura que despiertan las injurias  lo que exponen no es nuestro alto sentido de la justicia sino nuestras propias  debilidades y carencias. Lo que necesitamos no es dañar a quien nos hizo daño. Lo que necesitamos es crecer. Las ofensas pueden ser verídicas  pero la lesión que estas causan depende de nuestro grado de vulnerabilidad. Hay que  ver las cosas con una perspectiva mucho más elevada. E interpretar los hechos  con una visión mucho  más amplia y generosa.  Porque lo que nos  lastima en realidad nos hace más fuertes. Los arrebatos, de hecho, nos hacen más independientes. Quien nos critica, en el fondo, nos hace importantes  Quien nos  envidia  nos hace valiosos.  Y quien nos  rechaza y menosprecia realmente nos está haciendo un favor.  Ni las nubes ni las fechas  intimidan a la luna. El pasado es  para el progreso, el  aprendizaje y la reflexión, no para el odio. El odio es una carga.

Todos tenemos nuestras fallas y defectos. Nadie es perfecto. Es algo muy común que  las personas tiendan a hacerse daño entre sí. Esto se lo debemos a nuestra  inclinación natural por la codicia, la ignorancia y  la flojera. En resumen, de pícaros, tontos y holgazanes  está lleno  el planeta.  Hay que reconocerlo sin mucho alboroto. Las cosas son así.

El perdón es admitir que todos somos humanos y nos equivocamos. Además,  es dar a los demás la oportunidad de reparar sus errores.   Palabras menos, palabras más, el perdón  es eso.

Esto, por supuesto, no quiere decir que debemos aceptar los ataques,  los atropellos y los agravios  con toda impunidad.  Eso sería insano y ofensivo para la persona que debe defender su dignidad. El amor puede impulsar a un padre a perdonar las faltas de su hijo pero el deber lo obliga a corregirlo. Si pasa por alto sus faltas y no lo forma,  estaría cometiendo un grave error. Es por ello que el perdón debe aplicarse correctamente para que sea noble.

Este proceso tiene dos partes. Primero,  es importante sanar las heridas  formando una piel mucho más gruesa.  Segundo, es necesario educar  con correctivos al injurioso.  El perdón sin correctivos es indulgencia. Correctivos  para castigar innecesariamente y no para edificar es venganza. El perdón libera mientras que  sus extremos encadenan. Siempre el perdón debe incluir un elemento educativo y benéfico para que sea útil para las partes. Debe dejar una enseñanza.   De lo contrario  es tóxico y muy prejudicial. El perdón debe impulsar el bien, no incentivar el mal.

El perdón es un componente esencial para una vida feliz. Perdonar nos hace grandes.

Gustavo Godoy

Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes  20 de Octubre 2017 en la Columna Entre libros y montañas

viernes, 13 de octubre de 2017

Los Trabajos de Hércules





¿Por qué le ocurren cosas malas a los hombres buenos? ¿Por qué existe el infortunio? ¿Por qué vive desgracias el inocente? No hay persona más desdichada que aquella que no tenga problemas. No hay carácter más débil e indefenso  que el de  aquel que nunca ha sufrido contratiempos. No hay crecimiento sin oposición. Porque solo es sólido y fuerte  el musculo que pasa trabajo. No es crueldad. Es lucha y esfuerzo. Los nuevos retos fomentan nuevas capacidades. Por otro lado, el  confort exagerado todo lo atrofia.  Como sucede con las buenas espadas, las grandes almas se forjan en el fuego. Es decir, la virtud necesita pruebas y dificultades para su desarrollo. La moral se fortalece con el ejercicio, no durmiendo en los laureles.  Sin heridas ni sacrificios,  no hay mejoras sustanciales.  El frágil desea lo fácil mientras que  el fuerte pide desafíos. Pero para llegar alto, se debe  sudar. Los flojos se quejan pero es más sabio ser constante como las hormigas. Se llega más lejos. El espíritu se nutre con las experiencias, tanto buenas como malas. Porque la vida no golpea ni arrebata, solo enseña.

El valor de una persona está en la dignidad con la que afronta su destino.  Los problemas son inevitables. Estos siempre estarán presentes. Es nuestra actitud ante ellos lo que realmente nos define. En otras palabras, en la tormenta  se conoce al piloto.

Hércules fue hijo del dios Zeus y una mujer mortal. Se dice que la esposa de Zeus, la diosa Hera, celosa, lo odio desde siempre y lo persiguió desde su nacimiento.  A los pocos días de nacer la diosa envió a dos serpientes para que lo devoraran pero el bebe gracias a su gran fuerza las pudo matar  solo con sus  manos. Desde niño,  fue instruido en el manejo de toda clase de armas. Y al crecer se convirtió en el mejor de los guerreros. Su talla era tan grande como su apetito y su sed.  Era noble y bondadoso. Y siempre usaba su habilidad para el bien. Sin embargo, un desafortunado día Hera con sus artimañas lo llevo a la locura  y por error mato trágicamente a sus propios hijos. Al recuperar la cordura y reconocer  lo ocurrido, se dirigió atormentado al templo de Apolo en Delfos para buscar una manera de redimir su crimen. El oráculo le dijo que debía encomendase al rey Euristeo para que el monarca  le asignara doce trabajos imposibles. Solo con el cumplimiento de estos trabajos obtendría la paz que tanto anhelaba. 

En contra de  todos los pronósticos, Hércules, al estilo de un caballero andante,  triunfo en cada uno de ellos. Debido a su valor, destreza y determinación, Hércules no solo fue perdonado por su crimen sino que también alcanzo la inmortalidad. Ahora es el símbolo eterno de la persona que con la fuerza de su propia voluntad consigue superar todos los obstáculos.

Los caminos de vida están llenos de duras piedras. Las tristezas, las perdidas y los tropiezos son parte natural del trayecto. No son razones para detenerse en lamentos. Todo lo contrario.  Son estímulos para  seguir adelante. De las tareas  difíciles  surgen los grandes héroes. Por eso es que  los hombres se recuerdan no por  la  suerte que han tenido sino por las barreras que han logrado vencer. Mientras más borrascoso sea el sendero hacia  la cumbre, mayor será nuestro mérito.


Gustavo Godoy


Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes  13 de Octubre 2017 en la Columna Entre libros y montañas

viernes, 6 de octubre de 2017

Los Laberintos




Los laberintos son estructuras intrincadas y llenas de rodeos especialmente diseñadas para que la gente se pierda en ellas. Entrar es fácil. Lo difícil es salir. Las prisiones son diferentes. En una prisión uno no está perdido. Uno sabe perfectamente donde está. El ingreso es generalmente involuntario y la salida depende de la voluntad del carcelero. La función de una prisión es castigar y esta usa el aislamiento y la soledad forzada como  métodos. Por otro lado, los laberintos son lugares intencionalmente  mucho más complejos.  Entrar a un laberinto usualmente es un acto voluntario.  Y a diferencia de las prisiones generalmente los laberintos desconocen la figura del carcelero o algo que se le parezca. El carcelero es la propia estructura. Esto se debe a que estos sitios no usan la fuerza para envolver, sino el engaño.  Mientras más ingenua sea la persona con mayor facilidad será víctima de sus artimañas. Mientras más avance, más se perderá. Hallar la salida es casi imposible debido a la desorientación que invade al intruso al poco tiempo de estar inverso en él. Dentro, los giros del perdido son tomados con azar y desespero ya que un mapa no está disponible, herramienta indispensable en estos lugares por la  naturaleza enmarañada de sus caminos. La incapacidad de recordar el trayecto recorrido o tan siquiera de saber a dónde está una salida lleva solo a la frustración y al desconsuelo. El avanzar confunde porque quien está perdido necesita puntos de referencia que lo orienten para superar de su situación. Siempre hacen falta señales que nos indiquen el camino a seguir.  El laberinto más que un castigo es un obstáculo y más que un  destino para el culpable parece estar diseñado para enredar al inocente.

El Minotauro era una criatura con el cuerpo de un hombre y la cabeza de un toro que vivía en la Isla de Creta en los tiempos del Rey Minos. Se cuenta que nació como consecuencia  de la relación entre la esposa del rey y un toro. Hecho que siempre ha estado lleno de misterios y contradicciones. Luego, el Rey, al descubrir su existencia, encomendó al arquitecto e inventor  Dédalos la construcción   de un laberinto que confinara al monstro. El edificio se construyó y este sirvió de hogar para la bestia hasta el momento de su muerte.

Según la leyenda, tras la derrota militar que  sufrió Atenas de las manos del rey Minos, la ciudad fue forzada a enviar sacrificios humanos como tributos al laberinto  para satisfacer el hambre de su temible inquilino. Los desafortunados elegidos debían entrar al palacio del Minotauro para perderse en él y eventualmente ser devorados por este.  Eso transcurrió por mucho tiempo hasta la aparición de  Teseo.


Teseo, nativo de Atenas, se ofreció voluntariamente  como tributo. Pero el héroe tenía un plan. No quería ser devorado. En su lugar,  su intención era matar a la bestia. Ariadna, la hermana del Minotauro, sirvió de cómplice para Teseo dándole el arma más poderosa con la que una persona puede contar: Una estrategia.  Con la ayuda de un hilo que ella le dio, Teseo puedo recordar  el camino de regreso.  Y ese fue el trágico final del famoso, y en cierto modo inocente, Minotauro de Creta.

Vivir una vida sin sentido es como estar dentro de un laberinto. Y como en los laberintos, en la vida  la única manera de salir airoso es con mucho valor y mucho ingenio.

Gustavo Godoy


Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes 06 de Octubre 2017 en la Columna Entre libros y montañas