La belleza es algo muy difícil de
hallar, pero yo lo logre. Y sí, me siento muy orgulloso de mi triunfo. Fue
suerte, claro. Suerte, determinación y dotes de audaz observador. Sucede que en el mundo existen personas que
brillan de un modo diferente. Tan únicas que a veces pasan desapercibidas. Invisibles
entre la multitud. Son buenos hijos,
buenos amigos y buenos padres. Todo lo realizan bien y con esmero. De talento y
bondad. Son personas apasionadas que luchan, y persiguen
sus sueños. Viajan por el mundo,
conociendo gente, y aprendiendo
de todo. Ayudan a otros. Hacen reír a los demás. Pero solitarias por naturaleza.
Son seres como los erizos. Seres
sumamente sensibles e incomprendidos que van por ahí tratando de esconder su
encanto, pero en el fondo nunca lo consiguen. Simplemente poseen demasiada magia,
y eso eventualmente los delata. Cuando
alguien se acerca mucho a ellos, sacan
sus espinas para protegerse fingiendo ser fuertes. Sin embargo, las espinas son tan solo un arma
externa, un truco superficial, una mera apariencia. Su verdadera esencia la llevan dentro. Por
dentro, son suaves, nobles y tiernos. Ávidos de amor. Están hechos para quererlos
y consentirlos, incondicionalmente. Con
razón o sin razón. Pacientemente. De
hecho, son adorables. Aunque con frecuencia, ellos lo dudan. Se equivocan, por
supuesto. Lo sé porque yo descubrí a una de estos exóticos erizos. La ultima de
su especie. ¡Y es una auténtica belleza! Te encontré a ti.
Bueno, la belleza. No lo sé. Es
un misterio. Algo tan intangible y escurridizo como el viento fugaz. No se puede tocar, pero se siente, profundamente. Solo es
real para el corazón. Es una emoción que
te atrapa, y nunca te abandona. Un
bálsamo. Un dulce regalo que viene de otro mundo. Es aquel viejo bolero. El bonito paisaje. El hermoso atardecer. Las montañas. Los cuadros de
Chagall. Las flores. Los días de
lluvia. Los conciertos de Chopin. Las estrellas de una noche sin
fin. Es todo aquello que me recuerde a ti. Es
la promesa de la felicidad que se
revela en tu silueta.
Son tus palabras. Tu voz. Tu risa.
Tu mirada. Y tus gestos. Eres tú
en el reflejo de mis ojos. La inmensa belleza. La infinita eternidad.
Nunca dejare de admirarte. A pesar del tiempo y la
distancia. De no tener historia, futuro
ni oportunidad. Solo sueños y anhelos.
Sentimiento y cariño. Pensamiento y libertad.
Únicamente, el placer de
admirarte. Así tal cual. Justo como
eres. Así de loca. Así de frágil. Así de intranquila. Con rabietas, manías y
todo. Evasiva y vulnerable. Distraída y genial. Imposible y distante. Tan tú.
Tan especial. Tan eternamente bella.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 22 de Junio 2018 en la Columna Entre libros y montañas
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 22 de Junio 2018 en la Columna Entre libros y montañas
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