viernes, 5 de junio de 2015
La Teoría Histórica de la Conspiración
Entre los clásicos de la literatura, la obra de George Orwell es
lectura obligatoria para todo aquel que quiera comprender los
siniestros métodos empleados por los regímenes de corte totalitario.
En su interesante novela distopica “1984”, el escritor británico nos
presenta a un Londres del futuro bajo la autoridad absoluta del Gran
Hermano. El omnipotente líder lo controla todo mientras que los
ciudadanos se han convertidos en simples autómatas. La guerra, la
miseria y la zozobra están presentes continuamente. En realidad, las
condiciones de vida son terribles. Sin embargo, el gobierno enfoca
sistemáticamente sus energías a embrutecer a la población mediante la
propaganda, la manipulación y el lavado de cerebro. Las fuentes
oficiales tergiversan la verdad y falsean la historia. Los slogans
molden las mentes de las masas. Corrompiendo el lenguaje, los líderes
del partido han logrado imponer un mundo ficticio donde la única
salvación es doblegarse por completo a la voluntad del todo poderoso
Estado. En “1984”, todo el pueblo ama al Gran Hermano. El dominio es
total.
La obra de Orwell nos plantea serios problemas dignos de un estudio
detallado. Con respecto a los sistemas totalitarios, los ejemplos
históricos más representativos los encontramos en la Alemania de
Hitler y la Unión Soviética de Stalin. Sin dudas, la gran
investigadora de este fenómeno fue la brillante intelectual Hannah
Arendt. En sus escritos, Arendt pudo analizar hondamente los
mecanismos ocultos detrás de este tipo de tiranías. Según ella, uno de
los elementos más característicos de estos sistemas es su fe fanática
en una conspiración mundial contra el pueblo. En el caso de Hitler, la
conspiración judía jugó un rol central. Por otro lado, en caso de
Stalin, las conspiraciones del cerco capitalista y la de los
Troskystas desempeñaron este papel. Diversos grupos en diferentes
épocas se han valido de teorías de conspiracion para cautivar a la
gente y esconder sus agendas particulares. Por ejemplo, durante la
inquisición, las brujas y los herejes fueron brutalmente perseguidas.
Más recientemente, el senador McCarthy de los Estados Unidos tomo
severas medidas en contra la amenaza roja del comunismo. En otros
tiempos, los francmasones, los jesuitas, el opus dei , los iluminatis
, los liberales y los conservadores ha sido también utilizados como
protagonistas en elaboradas conspiraciones.
El formato a menudo sigue el mismo patrón arquetípico: El pueblo
debe todas sus desgracias exclusivamente a los malvados conspiradores.
El mundo está repleto de enemigos internos y externos que solo quieren
causar daño a la gente. El pueblo siempre es inocente; los enemigos
siempre son culpables. Luego, surge de las entrañas de la resistencia
un ser superior como encarnación del pueblo mismo. Con la ayuda de
todos las fuerzas del bien, el luchara una guerra santa contra las
fuerzas del mal que conducirá a la inevitable victoria final donde la
comunidad de fieles gozara de una larga era dorada de paz, prosperidad
y fraternidad.
La realidad posee muchos aspectos incomprensibles, ambiguos y
complejos. Por esto, los líderes demagogos explotan el deseo de las
masas de escapar hacia una fantasía estructuralmente consistente y de
sencilla compresión. El individuo pequeño anteriormente marginado y
aislado abandona su personalidad para fundirse en un dinámico y
numeroso movimiento popular para adquirir una fortaleza psicológica
que carece individualmente. El supera sus sentimientos de inferioridad
e impotencia sometiéndose al “hombre fuerte “y al “tren de la
Historia”. La euforia del número disipa sus miedos. Gana status al
desempeñar el acto heroico de librarse de los males en unidad absoluta
alrededor de un semidiós mesiánico y su camarilla. Desde su pulpito,
el orador carismático vocifera enérgicamente ser el profeta de un
poder superior como Dios, el Destino, la Naturaleza o la Historia.
Frente a miles de peregrinos con un tono de autoridad infalible
profetiza un triunfo indiscutible sobre todo los adversarios.
Convenientemente, el líder populista únicamente responde por los
logros. Los retrasos, fallas, problemas internos son culpa del chivo
expiatorio de turno. Oponer al movimiento solamente conlleva a un
rotundo fracaso. Una persona puede sentirse desmoralizada en el plano
personal, pero al estar del lado de los ganadores se siente también un
ganador. Las masas adoran las victorias y los finales felices.
Para muchos, el verse solo es atemorizante y prefieren adherirse a la
mayoría. La lealtad del pueblo alemán al régimen nazi se debió, en
parte, a tales presiones. Hitler se identifico con “La Patria”. Se
identifico con Alemania toda. Por esta razón, cualquier ataque al
“amado Fuhrer” era un ataque al país mismo. Nadie quería ser tildado de
traidor.Semejante pirueta semántica es utilizada recurrentemente por muchos
gobernantes para justificar el atropello a los derechos
individuales del ciudadano común por todo el planeta.
Los megalómanos de todos los tiempos han jugado una y otra vez con las
debilidades de los rebaños confundidos y desorientados ideando
atractivas fantasías para seducirlos hacia sus planes personales de
poder y gloria. Por otra parte, la gente normalmente noble y sensata
en lo individual cuando no se siente personalmente responsables de la
situación y actúan siguiendo órdenes desde arriba son capaces de
cometer las más terribles de las injusticias en nombre de las buenas
intenciones. Esta simbiosis es la receta para el desastre. Cuando
regalamos ciegamente nuestra libertad, iniciativa e integridad, nos
estamos despojando de lo que nos hace en esencia humanos.
El enemigo vive en nosotros. Es dentro de nosotros donde hay que
luchar por el verdadero mejoramiento de las cosas.
Gustavo Godoy
Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 5 de junio de 2015 en la columna Entre libros y montañas
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