Según la mitología griega, Dedalus fue un ingenioso inventor
y hábil arquitecto. Dedalus construyo, a solicitud del Rey Minos, el famoso
laberinto de Creta para encerrar en el centro a la monstruosa criatura con cabeza de toro y
cuerpo humano llamada Minotauro. El
diseño de Dedalus llego a ser tan intrincado y complejo que su propio constructor,
en la compañía a su hijo Icarus , se convirtió
en prisionero de su propia creación.
Para escapar esta prisión,
Dedalus fabrico unas alas de cera y plumas para su hijo y para él. Según
el relato, Dedalus aconsejo a su hijo volar
con prudencia. Le pidió moderación con la clara instrucción que no se
excediera. No debía volar demasiado alto, pero tampoco demasiado bajo. Sin
embargo, Icarus, fascinado con su nuevo poder,
se distrajo y se acercó demasiado al sol. El calor del sol derritió sus alas e Icarus cayó al vacío
debido a su descuido.
En la novela gótica “Frankenstein o el Moderno Prometeo”, la autora inglesa Mary Shelley cuenta la historia del brillante joven Victor
Frankenstein quien, obsesionado con los inmensos alcances de la ciencia, crea una criatura viviente en el laboratorio de
su castillo. A pesar de poseer una gran confianza en los poderes de su mente, el
científico nunca pudo controlar al monstruo que creo. Para Doctor Frankenstein,
sus logros y descubrimientos al final se
le fueron de las manos, y eventualmente causaron
su ruina y locura.
Desde muy temprano, en la historia de la humanidad, el hombre ha construido herramientas usando los recursos
de su entorno. Desde un principio, la finalidad de la tecnología ha sido
facilitar la vida del ser humano
ahorrándole tiempo y esfuerzo en la
satisfacción de sus necesidades y
propósitos. Esa capacidad humana de encontrar una
aplicación práctica al conocimiento
adquirido mediante la observación y experimentación le ha dado a la humanidad un inmenso poder técnico sobre el mundo
físico. Sin embargo, en la actualidad, a pesar que presumimos controlar la obra
de nuestras manos, pareciera que el impacto de la tecnología en nosotros es tan
fuerte que no se sabe con certeza quien controla a quién. Paradójicamente, la
tecnología nos ha dado mucho poder pero, al mismo tiempo, nos ha hecho más
dependientes. La tecnología nos ahorra tiempo
por un lado, y, por el otro lado, nos roba tiempo. Muchas veces nos une y, al
mismo tiempo, nos divide. Da liberad e irónicamente nos quita también libertad.
Anteriormente a la invención del tocadiscos, las comunidades
creaban su propia música. La gran mayoría de las personas tocaban por lo
menos un instrumento musical. El músico
y su audiencia eran lo mismo. La persona promedio participaba de manera
activa y
directa en el acto de crear y escuchar música. Después de cierto esfuerzo
y disciplina, la persona desarrollaba una destreza musical que le permitía
gozar libremente de esta actividad artística. Se poseía un control directo
sobre la producción musical. Hoy, el
músico aficionado es una reducida minoría
porque en su mayoría ha sido sustituido por el músico profesional y
extranjero. La voz y los instrumentos musicales han sido reemplazados por
avanzados dispositivos de audio. A
diferencia de épocas anteriores, en el mundo de hoy, las personas se relacionan con la música
pasivamente. Y la industria moderna de
la música domina casi exclusivamente toda
producción musical.
Al principio, el automóvil le permitió a la gente
trasladarse de un lugar a otro en menos tiempo que antes. Una persona que caminando le tomaba media hora
moverse de su casa a su lugar de trabajo con el uso del automóvil podía
lograrlo en tan solo cinco minutos. Eso por supuesto significo un avance
considerable. Luego, cuando los
automóviles se volvieron más números, las ciudades
se rediseñaron adaptándose a este
nuevo modo de transporte. El automóvil permitió que la distancia que las
personas pudieran cubrir fuera mucho más
grande que antes y la gente se mudó a sitios más lejanos. Este cambio hizo la vida del sencillo caminante mucho más complicada.
Las distancias se volvieron más largas, y la misma persona que anteriormente
tardaba caminado media hora en llegar su lugar de trabajo, ahora en automóvil
tarda esa misma media hora. En realidad, la invención no le está ahorrando
nada, pero prescindir del automóvil ahora es muy difícil porque caminar ya dejo
de ser una opción práctica. El creador
se convirtió en esclavo de su propia creación.
Mientras vemos que las sociedades con menos tecnología moderna viven
una vida mucha más relajada y tranquila, en las sociedades más avanzadas
tecnológicamente vemos ajetreo por doquier. Eso no deja de causar asombro ya
que los defensores de la sociedad tecnológica nos venden la idea que a
mayor tecnología mayor tiempo libre para realizar las actividades
que realmente nos gustan.
Hoy hay mucha tecnología, pero poca sabiduría. No es
cuestión de abolir la tecnología, sino de pensar bien las cosas. El hombre
moderno vive constantemente adquiriendo la última maravilla tecnológica por el
miedo a quedarse por afuera. La
modernidad nos ha obligado a adaptarnos a la tecnología cuando la tecnología
debería adaptarse al ser humano. En el
camino se nos ha olvidado que la tecnología esta para servir del ser
humano y no al revés. En la actualidad, somos herramientas de las herramientas
que hemos creado.
Gustavo Godoy
Hoy en día, el ser humano es manejado por la tecnología, un títere más en esta sociedad de ignorante. Se debe tener en cuenta que la tecnología nos brinda herrmanieta para fortalecer el conocimiento en diferente áreas, ayuda alcanzar información que cuentas conseguir en libros físicos, pero otros no piensa así, prefiere ser dirigido a futuro donde las maquinas sean nuestro gobernantes, y poco a poco se va viendo eso. Estamos menejando la vision futurista muy erróneamente. Abra que preguntarse ¿Que sera de nosotros, cuando nos remplaze por robot? Las TIC son herramientas para la educación. Muy buen articulo.
ResponderEliminarInteresantes preguntas. Gracias por leer.
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