En la Edad Media, los artesanos se limitaban a copiar viejos modelos. Estaban
organizados en gremios y casi siempre permanecían en el anonimato. Estos artesanos nunca pretendieron crear una
obra original. El arte medieval prácticamente consistía en ilustrar la
religión. Todo esto cambio con el Renacimiento.
Las clases adineradas de las ciudades italianas como en la Florencia del
siglo XV a través del mecenazgo impulsaron un nuevo tipo de arte. El artista se
convirtió en un creador. Salió de los
gremios y gana autonomía. Ya no era
anónimo sino un personaje
celebre. Este fue un cambio importante en la historia del arte porque significo
que ya el artista no imita el mundo, sino crea nuevos mundos. A partir de ese
momento histórico el artista se convirtió, en cierto sentido, en el hermano menor
de Dios: un genio.
Un símbolo, usando este término en su sentido más amplio, es algo que representa otra cosa. Un sentimiento
por una idea. Una idea por un sentimiento. Una cosa por un recuerdo. Una cosa por otra cosa. Y así. Algo que es y
no es al mismo tiempo. Es una
asociación, pero esta para que sea entendida debe ser aceptada por los
involucrados. En realidad, es un acuerdo. En algunos casos estas asociaciones son
caprichosas. Por ejemplo, la palabra “libro” no tiene nada que ver con un libro.
Sin embargo esas formas que llamamos
letras en ese orden en particular representan la idea de un libro real en ese
sistema simbólico que es la lengua castellana. En otros casos, las asociaciones son más obvias. Por ejemplo,
una foto que representa a una persona o un objeto. Los colores, las texturas,
los sonidos y las formas son algunos elementos que los asociamos en parte según el contexto
donde los percibimos recurrentemente. El azul y el cielo, por decir algo. La voz femenina y la dulzura materna, otro ejemplo. Una comida
con una región. Una vestimenta con una clase social. El cuadrado con algo
estable. Lo suave con la comodidad. El rojo con lo caliente. Una calavera con
el peligro. El llanto con la tristeza.
Muchas veces no somos conscientes de esas relaciones entre los
diferentes elementos. Por ejemplo, un
episodio agradable de nuestra infancia puede estar unido al sabor de un té con
un pedazo de torta como ocurre en la
novela “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust. El personaje principal
de la novela de Proust un día siente una profunda emoción de alegría y nostalgia mientras merendaba con
un té y un pedazo de torta. Al principio, desconocía las verdaderas razones de
este sentimiento involuntario que se despertó con algo tan simple. Luego,
recordó. Ese té y esa torta eran un platillo habitual en la casa de una tía muy querida por él y
donde pasó los momentos más felices de su infancia. Para el personaje ese te combinado con la torta simbolizaron lo mejor de su infancia. Como en ese caso, algunas
asociaciones están ligadas a hechos muy
personales, pero en otros son más universales. El hecho que una
pieza artística cause un impacto en los demás se debe a la universalidad de los
elementos que emplee el artista para comunicar sentimientos e ideas
particulares. Sin ese lenguaje compartido no existiera la posibilidad de
comunicación.
Otro aspecto importante. Parece ser que la mente humana tiene
dificultades en diferenciar entre el objeto concreto y su representación
simbólica. Una persona que sufre de miedo a las serpientes siente miedo al
verlas en el cine. También una persona
puede sentir atracción física por una linda figura en una pintura al
oleo. Para muchos, los personajes literarios muchas veces parecen más reales que la gente de carne y hueso. Muchas veces
sentimos que ellos nos comprenden mucho mejor que las personas que vemos todos
los días. La música, la pintura, el cine, y la literatura son tan parte de
nuestras vidas como todo lo demás. Una pieza de Beethoven, un personaje de
Shakespeare, un cuadro de Van Gogh pueden llegar a impactar nuestras vidas
tanto como un ser querido. E incluso podemos amor a una obra de arte mucho más
que una persona. Esto no es raro.
El arte nos fascina probablemente por esa sensación de ligereza que nos produce. Al fundirnos
en el arte, este enigma que es el mundo concreto se desvanece. Todo se vuelve
más sencillo, más intenso, más bello. El arte disipa los miedos y la necesidad.
La arte libera al hombre de lo cotidiano. Lo eleva. Lo envuelta en un universo
de imaginación y mágica, en un mundo más parecido a él.
Es verdad; todo arte es una mentira. Ah! , pero que bella mentira.
Gustavo Godoy
Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 26 de Febrero de 2016 en la columna Entre libros y montañas
Ver Blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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