viernes, 12 de febrero de 2016

El individuo y la cortesia




El concepto “individuo” comienza a surgir en Italia con el Renacimiento. Antes de esto, las personas no eran consideradas individuos, sino representantes de un grupo o una clase. Fue en el Renacimiento, cuando  las personas empezaron a darse cuenta que era legitimo tener pensamientos y sentimientos  distintos al resto de sus contemporáneos. Aparecieron ilustres personajes, como Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel,  que  se atrevieron a crear cosas nuevas, en vez de imitar lo ya establecido. Muchos  escogieron vivir a su manera desafiando abiertamente  la tradición.

Durante la Reforma, la emancipación de la autoridad de la Iglesia contribuyo al  individualismo. Esto se debió a que la verdad ya no provenía de una organización centralizada, sino yacía  en cada uno de nosotros.  Esto abrió las posibilidades de crear un mundo subjetivo. También permitió el desarrollo de la personalidad. A lo largo de los siglos, particularmente en el Romanticismo, estos avances alcanzados durante el Renacimiento y la Reforma fueron paulatinamente  consolidándose dentro de la sociedad.  Uno podría decir que la historia moderna es la historia del surgimiento del individuo.

Simultáneamente al crecimiento del individualismo también surgió la cultura urbana y la cortesana.   

 En el siglo XVI, los nobles comenzaron  a abandonar sus castillos e ir a las cortes en busca de influencia.  Si los nobles querían conservar su poder, debían relacionarse adecuadamente  con otros nobles. Mientras que en sus castillos podían mandar caprichosamente, ahora se vieron en la obligación de considerar a los demás y ganar  la simpatía de un gran círculo de personas de diferentes  posiciones sociales.  Fue necesario un mayor dominio de los impulsos.  Esto proceso de acortesamiento,  civilizo.  Se aprendió la amabilidad y la decencia. Las cortes crearon una ética del  comportamiento basado en los buenos modales, la etiqueta, el autocontrol  y la discreción. Con el tiempo, las cortes marcaron la pauta en cuanto a los gustos, el lenguaje y la conducta para el resto de la población.

Gradualmente, los profundos cambios de las reglas de poder en Europa afectaron los modos de relacionarse socialmente. Ahora, para acceder al poder  era necesario saber comportarse.  Mientras en la Edad Media,  el uso de la violencia, la actitud ante las funciones corporales, y  las manifestaciones de las emociones carecían de normas estrictas, en épocas posteriores, estas conductas fueron sometidas a un mayor control. También, el trato brusco hacia  a las mujeres y a las personas de bajo  rango se consideró algo totalmente inapropiado. Los gritos, las peleas y los insultos se catalogaron como actos reprochables. Igualmente, imponer  nuestros deseos a los demás se creyó inaceptable.  

La combinación entre individualismo y sociabilidad  mejor se representó en los salones ilustrados de Europa durante el siglo XIX y principios del siglo XX.  En estos salones, la aristocracia, los intelectuales y los artistas disfrutaban juntos animadas veladas, apartados de la burguesía. En estos círculos sociales, en ciudades como Paris, Londres y Berlín, todo dependía de la personalidad y la capacidad de expresarla. Valores burgueses como  el dinero, el éxito o la fama no era lo más importante. Lo realmente valorado era el talento, el carácter y la personalidad.  

Cada individuo es único y de igual valor que el resto. Su valor radica en su originalidad. Sin embargo, el individuo para poder disfrutar la vida en sociedad  también debe tomar en cuenta el bienestar de los otros de la misma manera que goza de su libertad individual.

El individuo es la base de la cultura, pero la cortesía nos permite disfrutarla. Por eso es que las formas de cortesía son elementales para el buen vivir. Tratar a todos como iguales.  La persona tosca, autoritaria,  fanfarrona y pretenciosa es la principal enemiga de la cultura.  Por otro lado, la tolerancia,  el  respeto  y  la consideración hacia los demás son  elevados signos de educación y refinamiento.
 
Gustavo Godoy 

 Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 12  de Febrero de 2016 en la columna Entre libros y montañas

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