Con gran facilidad, sobre todo
después de leer las noticias, podemos
caer en la tentación de pensar que el mundo está lleno de odio, división y
tristeza. Los problemas sociales,
económicos y ambientales pueden darnos
la impresión que lo que mueve al mundo no es el amor sino la ambición, la
codicia y el orgullo. Sin embargo, esto no es del todo exacto. Si nos detenemos
y prestamos mayor atención a nuestro
entorno, podremos realizar la verdad escondida. En realidad, el amor está en
todos partes. Es esa fuerza que todo lo conecta. Las rupturas, las traiciones y los amores no
correspondidos nos podrían convertir fácilmente en escépticos. Pero lo cierto
es que el amor existe. Está presente y
se manifiesta en miles de formas. Existe en las cosas, en la naturaleza, en las
plantas, no solo entre personas o romances.
De hecho el mundo está lleno de historias de amor. Los padres que cuidan de sus hijos. Los
amigos disfrutando un café. Los enamorados caminando juntos. La monja que le
reza a Dios. El niño con su mascota. La
señora atendido su jardín. El poeta y
sus libros. La cantante y su música. En las sinfonías. En los actos de bondad. En
los pensamientos. En el corazón. El amor está ahí, en nosotros.
El tema del amor en su sentido más
amplio ha sido estudiado a fondo en tiempos pasados. Los diálogos platónicos,
particularmente en El Banquete, se
exploró el asunto profundamente. Después de esto también otros filósofos
y religiosos han aportado al campo. Sin embargo, en el mundo contemporáneo el tema se ha
vuelto mucho más ambiguo y confuso, sobre todo en lo que respecta al amor erótico, el amor
romántico entre dos personas.
Hoy se considera el amor romántico como algo accidental, e incontrolable. Es algo
que nos sucede a nosotros sin nuestro consentimiento. Una persona nos gusta o
no nos gusta. Simplemente, pasa o no pasa. Nuestra cultura está repleta con palabras
y metáforas que asocian la experiencia del amor con una grave enfermedad
mental. Es curioso pero la locura y el amor parecen sinónimos en nuestra
sociedad. Lo que estos dos estados tienen probablemente en común es su
condición involuntaria. Es algo poderoso y violento que distorsiona nuestra realidad
de un modo totalmente fuera de nuestro control.
La versión moderna del amor es el amor como deseo irracional. El enfoque no está en nosotros o en el acto
de amar sino en la búsqueda del objeto ideal digno de nuestro amor. Este amor
está basado en la necesidad o la carencia. La esperanza es encontrar a un ser
perfecto para mejorar
a nuestra condición imperfecta. Para ser
aceptado, el posible compañero debe pasar por una detallada evaluación, consciente o no. Este debe cumplir con nuestras
exigencias físicas, económicas, sociales y culturales. Luego, si este aprueba , lo podemos
aceptar en nuestra vida. Al fin y al cabo, el amor es un riesgo y debemos
asegurarnos que estamos haciendo la mejor inversión posible. Si este amor no
prospera con el tiempo, entonces la solución es terminar esta relación y escoger algo mejor para la próxima vez. En términos
generales, así funciona. Pero me temo que esta forma de amor no es totalmente satisfactoria, menos aún en el
largo plazo.
La verdad es que la mejor relación
que se pude llegar a tener es la relación con uno mismo. El primer paso debe ser:
aceptarse uno mismo. En realidad, somos un ser completo y no necesitamos buscar
la felicidad fuera de nosotros. Luego, solo
con esa fortaleza podremos reconocer autentico valor en los demás. El verdadero amor tiene más que ver con la generosidad que con la necesidad. Es más lo que ofrecemos a lo
que ganamos o conquistamos. El mejor regalo que uno le puede dar a otro
ser humano es verlo, escucharlo y valorarlo
tal como es: vulnerable, frágil, único. Una relación satisfactoria no es sobre una falsa idealización del otro
sino sobre cultivar intimidad, afecto y
compresión. Amar es dar. Es la unión entre dos seres
imperfectos, no la ostentación de un trofeo. El amor es una obra de arte porque requiere
esfuerzo, apoyo mutuo, y confianza para construir un proyecto compartido. El
amar es una decisión voluntaria. No es una flecha que cae del cielo.
Más allá de las faltas, las equivocaciones, las condiciones, y los juicios yace un mundo donde no hay ni
matemáticas, ni máscaras, ni príncipes azules, ni reinas blancas y lo único que
existe es el amor.
Gustavo Godoy
@GusGo
Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) el viernes 25 de Noviembre 2016 en la Columna Entre libros y montañas
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