¿Sabe? Yo también he sufrido
decepciones. Duele. Y duele mucho. Yo también,
al igual que usted, me he perdido a la deriva de los recuerdos. Extrañando lo que
fue, y anhelando lo ya que nunca será. Queriendo por momentos caer en amores de
segunda mano. Impulsado por el borrón dejaron. También me han querido mal. Igualmente
di oportunidades a quien no lo merecía. De merecerlo habrían luchado más para quedarse. De la
misma manera me deje llevar por ilusiones temporales. Confié en personas que no
supieron dar, que no supieron recibir. Promesas vacías, grandes ausencias,
largos olvidos. Pensé que se podría,
pero no. No entendieron el compromiso que requería, la paciencia que se necesitaba,
el desafío que implicaba. Creí que era posible, pero no. Tan solo nos enamoramos de la idea que se
planteaba. También mostré mis heridas. Solamente para que, al final, les arrojaran limón y sal. Ahora pienso que
todo pasó por una razón. Todo fue una preparación. Algo dura, pero con una propósito.
Claro, uno se vuelve escéptico. Así,
bloqueando el corazón por razones de seguridad al propio estilo del Facebook. Lo
comprendo. Buscando defectos hasta en el
paraíso. Aferrándose inútilmente a un
pasado perdido que se obstina a seguir viviendo, como un fantasma. Uno se
vuelve ciego y renuente a un nuevo comenzar. Pero entienda. En su caso,
la falla fue de ellos. No suya. No hay nadie como usted. Así de bella.
Así de única. No eres perfecta. Pero eres tú. Más que suficiente. Plena en
libertad. Divinamente complicada. Inigualablemente
tierna. Luchadora y terca. Alegre y triste. Risueña y seria. Misteriosa,
nostálgica, y romántica como ninguna.
Cálida y fría. Dudosa y
valiente. Sola y social. Siempre deseando lo improbable. Siempre soñando con
amar. Corriendo y apurada. Despistada y
distraída. Olvidadiza y enredada. Cambiante y constante. Fuerte y frágil. Rabiosa y dulce. Lo que dices y lo que callas. El café y el vino.
La música y los libros. Un pequeño jardín. Un lápiz y un papel. Una sonrisa
bella, unos ojos picaros y un lindo sentir. Llena de recuerdos pero también llena
de anhelos. Y con un corazón gigante. Usted
es infinita. No cambie jamás. ¡Vaya
torpeza del que no quiso quedarse a su lado! ¡Y
no supo valorar su inmensidad!
Sin embargo, yo. Bella dama. Con
usted me tomaría un café y me tomaría
una vida. Yo no me canso de estar. De esperar. De ser. Jamás me iré. Siempre
estaré. El gran admirador de su locura. Cariño sin reservas. Amor sin
temores. Usted vale un mundo. Con sus océanos, sus mares y sus montañas. Con sus cielos azules y brillante sol.
¿Y por qué escribo? Escribo solo
porque me lees. Y sé que me lees porque sabes que solo te escribo a ti. Escribo
para sentirte cerca. Para coleccionar más sonrisas tuyas. Para soñar contigo. Para tenerte menos lejos
de mí. Para ser feliz. Las palabras son las caricias y los besos de la
distancia. Entonces, yo te escribo a ti cartas de amor. Y te escribiré por
siempre. Para toda la vida. Eres la manzana de mis ojos. Mi razón infinita. Mi
pensamiento constante. Mi eterno anhelar.
Tú allá. Yo aquí. Cada uno en su
orilla. Con la distancia y el pasado
como pruebas. Entre los miedos y las ganas. Entre dudas y esperanzas.
Existimos juntos sin ser nada. Ni amantes, ni amigos. Pero ahí. Una
posibilidad. La posibilidad de ti y de mí. Un destino que constantemente nos susurra. Estés o no estés. Eso no importa tanto. Quizás, podría pasar
toda una vida sin ti. No te necesito, supongo. Y, de hecho, yo me las arreglo
muy bien solo. Dejar de amarte, sin embargo. Eso sí no puedo. Y creo que nunca
podré. Este mi amor por ti es para toda la vida. Y, por siempre, te escribiré.
Gustavo Godoy
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