Cuanta una leyenda medieval que cuando Jesús de Nazaret caminaba sediento hacia la crucifixión un
personaje de origen judío le negó
un poco de agua. Entonces, Dios lo condeno a vagar sin rumbo por el mundo
hasta el fin de los tiempos. Este mito se convirtió en una metáfora de la diáspora
judía. Y la justificación de algunos antisemitas para discriminar a los judíos como grupo racial y religioso.
En la literatura, en obras como la de Shakespeare entre muchos otros, los judíos han sido representados como seres avaros,
ambiciosos y obsesionados por el dinero
y la ganancia. El estereotipo del judío es la persona arrogante, posesiva y gritona de cabello oscuro y rizado, de ojos
negros y de nariz grande. Una población extraña, cerrada, vil y sin raíces explotando a la sociedad donde viven pero sin pertenecer a ella realmente. En la Europa
cristiana de épocas anteriores, los judíos
no podían poseer tierras. Sin embargo, las leyes cristianas en contra de la
usura (prestar dinero con intereses) no aplicaba a ellos. Entonces, muchos se dedicaron al comercio y a la
banca.
En el siglo XIX y en las primeras décadas de siglo XX, gracias a la ilustración
y al pensamiento humanista, los judíos ganaron
más libertades y privilegios. La sociedad empezó a verlos como individuos y no
como una masa homogénea y separada. Debido a esta nueva apertura, muchos se
vieron impulsados a educarse. El judío culto, educado y tolerante de ideas
liberales logro acceso a distinguidos círculos de la europea ilustrada en
ciudades como París, Londres y Berlín. Artistas, intelectuales, músicos, doctores,
abogados y comerciantes judíos obtuvieron gran visibilidad. Los reyes y jefes de Estado a menudo hacían
negocios con los prestamistas judíos. Familias judías acaudaladas como los Rothschild se convirtieron en famosos
por sus vínculos con las monarquías y los gobiernos de turno. Desde entonces, los judíos han sido personajes recurrentes en
diferentes teorías de conspiración. El ejemplo más notorio, la Alemania nazi de
Hitler. Los judíos, siempre asociados al poder opresor. Según estas ideas
cargadas de prejuicios y medias verdades, los judíos controlan los medios de comunicación,
Hollywood, y las finanzas del planeta
siendo así los principales enemigos de
la gente común.
Con la creación del estado de Israel, después de la II Guerra Mundial, y
a raíz de los conflictos bélicos con los países árabes en el Medio Oriente, la comunidad
judía internacional se ha visto estrechamente relacionada al imperialismo norteamericano. Las
organizaciones judíos en Europa y los Estados Unidos ha sido muy eficientes en
encontrar apoyo entre los políticos y el empresariado para la consolidación de
Israel como país. Muchos dicen que Nueva York es una ciudad judía, sobre todo
Wall Street, el distrito financiero. Esto para los movimientos de izquierda en
todas partes del globo ha causado una profunda desconfianza y los viejos prejuicios
hacia los judíos han florecido con gran
fuerza dentro de muchos sectores.
Los conflictos en el Medio Oriente parecen de nunca acabar. Pero muchos
comenten el error de pensar que en
realidad todo se lo debemos al odio entre religiones cuando sus causas son más
complejas. Más que a la religión, estos conflictos se los debemos a las
secuelas de la guerra entre las potencias mundiales y en la dificultad de
diversos grupos en adaptarse a la modernidad. La penetración del sistema democrático,
la ciencia, las nuevas tecnologías, y el estilo de vida occidental en sociedades dominadas por la tradición y ancladas
en el pasado son factores determinantes en esta zona de arraigada inestabilidad política
y social.
Las teorías conspirativas siempre han fascinado al hombre común y sin
poder. Es una gran tentación pensar que muchos de nuestros males son una simple consecuencia de las
acciones de malvadas fuerzas oscuras
cuando a menudo nuestros males son causados por nuestras propias fallas,
fallas en la educación, en la organización o en nuestro carácter.
Es posible que la enorme cantidad de nombres celebres de judíos destacados
en la historia, la cultura y las ciencias es gracias a la importancia que los judíos le dan a la educación
y no a una siniestra conspiración. Y también es probable que el hecho de tener una cultura distinta y
aparte les haya dado una
gran ventaja para la innovación por no estar tan compenetrados a las sociedades
en donde han vivido como el resto de la población.
Israel tendrá paz cuando las partes se reconozcan y se abran a los
cambios. El respeto, la tolerancia, la convivencia, y el dialogo deben
imponerse ante la estrechez, la mezquindad, y el radicalismo. Jerusalén será la
ciudad de la paz para toda la humanidad solo si los seres humanos de todas las
procedencias abrazan su verdadera
nobleza. Con paz, generosidad y sensatez, estos problemas entre hermanos pronto
serán simplemente un amargo recuerdo.
Articulo publicado por El diario El Tiempo el viernes 18 de marzo 2016
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