Ahora que me encuentro en la mitad de mi vida he descubierto con el pasar de los años que siempre es un error dejarse dominar por el miedo. Por otro lado , también he aprendido que nunca es tarde para ser fuerte y cambiar de rumbo. A veces la vida puede llegar a ser demasiado cómoda y es necesario comenzar de nuevo. Asumir retos más grandes y perseguir metas más significativas. Soñar más, amar más, sacrificar más. Ser valiente. Olvidarse de lo que ha sido para pensar en lo que podría ser. Desafiar el destino y recorrer las sendas menos transitadas sin temor alguno. A pesar de nuestra edad, siempre debemos tener el valor para hacer de nuestras vidas una experiencia más allá de lo ordinario. Si no es ahora , ¿entonces cuándo? Uno puede lamentarse de todo en este mundo ,pero nunca de haber vivido valientemente. De los cobardes nadie escribe historias que realmente valgan la pena.
La juventud se asocia con la inmadurez y el sentimiento, con la inexperiencia y la emoción. Ese periodo donde todo transcurre de manera agitada y precipitada. Son los tiempos donde la personalidad es algo ambiguo y muchas veces se ignoran las secuelas de ser divergente. La realidad se somete a un juicio constante y el disentir resulta demasiado tentador. La vida parece eterna y un optimismo muchas veces irracional nos impulsa a creer que de uno u otro modo siempre podremos afrontar las consecuencias de nuestros errores. Con demasiada frecuencia, los placeres del presente vencen las promesas de la paciencia. Para muchos la mejor etapa de la vida.
Sin embargo, el tiempo pasa y , apenas sin darnos cuenta, nos volvemos cada día más prudentes. Nos convertimos en un individuo definido con gustos fijos y conductas repetitivas. Construimos una imagen de nosotros mismos y tratamos de ser fieles a ella. Poco a poco edificamos un yo rígido para no perder una coherencia , una consistencia. Pero todo crecimiento, toda mejora en cierto modo siempre implica una traición al pasado. Todo avance es la superación de un orden ya anticuado.
Nos hacemos viejos sin querer. Y nos olvidamos con gran facilidad que la vida que hoy poseemos no necesariamente coincide con los anhelos de nuestra alma. En realidad , somos los dueños de nuestra identidad, de nuestra vida , y tenemos el poder de cambiarla en cualquier momento. En lugar de permitir ser confinados por los límites que nos imponemos, tenemos la capacidad de recrearnos permanentemente. Siempre podemos iniciar una nueva vida.
Muchos de nosotros caemos en el trampa de creer en la narrativa convencional de la vida supuestamente normal y adecuada. Esa historia donde todos los sucesos y todas las acciones deben seguir un orden preestablecido. Según ese relato, nuestra vida laboral, amorosa y familiar debe cumplir ciertas pautas en ciertos tiempos. Cualquier desviación de esta trama sería un fracaso. Pero resulta ser que las historias más interesantes , las verdaderamente memorables , las que realmente nos tocan en el corazón son aquellas en las cuales lo sorprendente se impone ante lo convencional. Siempre estamos a tiempo para escribir una historia original.
Quien vive intensamente nunca envejece. Una persona eternamente joven vive cada dia como el primero del resto de su vida. Ser joven es para toda la vida.
,Gustavo Godoy
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Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes 24 de Marzo 2017 en la Columna Entre libros y montañas
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