Anny Cauz se fue a Marte para escapar de los problemas. Estaba cansada de los rollos y de los pesares del mundo. Entonces, decidió marcharse. La Tierra dejó de ser un lugar habitable para ella porque pasaba muchos disgustos.
Por eso un día, parafraseando a Mafalda, gritó .- ¡Señor conductor, pare que me quiero bajar!-
Y ella en Marte se bajó. Lo primero que vio al llegar a la estación terminal marciana fue a su tío lejano Cornelio Cauz que la saludaba sonriente mientras sostenía un bonito cartel que decía:
- Anny, ¡Bienvenida!-.
Le quedo chévere el cartel y hasta un globito tenía.
Los Cauz de Marte ya tenían muchos años viviendo allá. El buen tío Cornelio había crecido con el padre de Anny en un pueblito de Italia, hace ya muchos años atrás. No era hermano de éste sino primo, y muy lejano. Sin embargo, como habían vivido en el mismo vecindario y atendieron a la misma escuela, se tenían mucho cariño. Una vez adultos, los dos salieron de su pueblo natal hacia otros lares buscando mejores oportunidades. El padre de Anny zarpó a Suramérica y se radicó por allá, lugar donde nació Anny. Pero Cornelio decidió ir un poco más lejos y se fue a Marte.
Tío Cornelio era bajito, gordito y bonachón. Tenía bigote, el cabello negro rizado y la nariz redondita como una papa. A pesar de todos los años que llevaba en Marte aún hablaba con un fuerte acento italiano. Hablaba muy alto y siempre haciendo gestos con las manos.
Cada vez que algo lo indignaba, lo cual le sucedía a menudo, decía:
- ¡Mamma mia!-
Era aficionado a la ópera pero la única pieza que cantaba, sobre todo temprano en la mañana mientras se bañaba, era el funiculì, funiculà.
🎶
Jamme, jamme 'ncoppa, jamme jà,
Jamme, jamme 'ncoppa, jamme jà,
funiculì, funiculà, funiculì, funiculà,
'ncoppa, jamme jà, funiculì, funiculà.
🎶
Vivía con su esposa, Ruperta de Cauz, una señora muy noble y paciente que quería mucho a su esposo. Era una mujer de cabello blanco y algo rechoncha. Y muy pero muy buena. Ellos dos se conocieron en la escuela y se mudaron a Marte juntos. Ella cocinaba muy sabroso y su especialidad era la pasta. Su salsa al pesto era famosa en todo el sistema solar. Juntos llevaban una vida feliz y tranquila. Así era la familia Cauz de Marte.
Anny Cauz era una niña risueña, de mejillas coloradas y de cabellos pelirrojos. Usaba lentes y siempre llevaba una bufanda azul como símbolo de valor y libertad. Siempre estaba corriendo y corriendo de un lado a otro como el conejito blanco de Alicia en el País de las Maravillas, como con retraso. Nadie, ni siquiera ella, sabía a ciencia cierta lo que siempre tenía que hacer con tanta urgencia, pero cualquier cosa que fuera siempre debía hacerla con gran apuro. Era un poquito despistada y distraída. Y siempre hacía reír a todos con sus travesuras, sus graciosas ocurrencias y sus acciones inesperadas. Todos disfrutaban de su compañía porque junto a Anny todo era posible. Cualquier cosa podía suceder. Las matemáticas nunca fueron su fuerte. Y su memoria no era la mejor de todas, por decirlo de algún modo. Es decir, era un poquito desmemoriada. Algo que siempre causaba muchas risas.
Anny era muy independiente y no le gustaba que nadie la ayudara. Todo lo hacía sola y con gran misterio. Su pasión era el canto. Y la única manera de poderla ver sin tanto apuro era cuando cantaba. Cantaba y lo hacía como los ángeles. Era muy agradable poder escucharla. Anny cuando cantaba era feliz.
El único detallito que debemos agregar sobre ella era que cuando algo no le gustaba, que debemos confesar que ocurría muy a menudo, se ponía roja como un tomate y golpeaba el piso con el pie diciendo:
- ¡No, no y no! No me parece-.
Todas las personas que la conocían ya estaban acostumbradas a eso y sabían muy bien que la mejor manera de actuar en ese momento era del mismo modo que se actúa en el caso de encontrarse con un oso. Había que quedarse muy callado y muy quieto. Luego, esperar que se le pasara o retirarse lentamente y con mucho cuidado. Una vez que se le pasaba la rabieta, todo volvía a la normalidad. Y las risas y la alegría volvían como antes. Lo cierto es que todos la querían mucho porque Anny era una niña muy especial.
Ah, algo que no mencione anteriormente es que Anny cuando no estaba corriendo por todos lados o cantando, estaba escuchando música. Sí, música. Y a Anny le gustaba mucho la música del Brasil. Ella era como un carnaval ambulante. Samba, samba y más samba. Un día que estaba sola en su casa y ya estaba cansada de bailar tanta samba. Apagó la música. Y se puso a ver las noticias de la televisión. Todo lo que vio fue horrible. Guerras aquí. Crisis allá. Crímenes, pobreza, hambre, dolor. Y ella como tenía un gran sentido de la justicia y de la indignación se horrorizo.
El reportero de la televisión no había terminado de informar sobre alguna grave tragedia que aparentemente estaba ocurriendo por los lados de Somalia, cuando Anny se puso roja como un tomate y golpeando el piso con el pie dijo:
- ¡No, no y no! No me parece. Me voy. Ya no soporto vivir en este planeta.
- Pero, ¿para dónde me voy?- pensó.
- ¿La luna? No, allá son muy locos. ¿Plutón? No, allá hace mucho frío. ¿Júpiter? No, tampoco, allá es un lugar demasiado grande y revoltoso. ¿Venus? No, mucho menos, allá es demasiado caliente. -
- Lo tengo. Me voy a Marte- dijo con emoción.
De pronto recordó que allá en Marte vivía el tío Cornelio. Hasta ese entonces ella no conocía al tío Cornelio en persona. Pero ese mismo día lo llamó. Da un poquito de pena decirlo pero Anny básicamente se auto-invitó a Marte. Pero algo así no era raro en ella porque cuando una cosa se le metía en la cabeza no le prestaba mucha atención a los protocolos.
Muy decidida tomó el teléfono y dijo:
- ¡Alo!, ¿tío Cornelio? Es Anny. Prepárense que me voy a vivir con ustedes-
Y simplemente tranco. Al otro día, salió para allá.
El bueno de tío Cornelio aunque un poco sorprendido por aquella extraña llamada por parte de su sobrina no le quedó otra opción que recibirla en su casa. Después de todo, eran familia. Entonces, como ya lo dijimos al principio, la espero en el terminal con gran felicidad.
Al verla a lo lejos con su bufanda azul le gritó con su fuerte acento italiano:
- ¡Anny, bambina! Bienvenida a Marte. Vamos a casa a comer la pasta. Andiamo, andiamo.-
Tomaron un platillo taxi y se fueron a la casa a tiempo para la pasta.
Marte era un planeta sumamente ordenado y tranquilo. En Marte, no había guerras ni violencia. En Marte, no había crimen, ni pobreza. Nadie se enfermaba ni se sufría. Todos eran felices y nada iba mal. Los marcianitos, que eran seres pequeñitos, de piel verde, con antenitas y de voz chillona, tenían todo bajo control. En Marte todo funcionaba bien y todo era bonito. No había problemas. Algo que le gustaba mucho a Anny.
Los marcianitos amaban solo dos cosas. La ley y el chachachá. ¿Cómo? ¿El chachachá? Sí, así mismo es. Les encantaba el baile del chachachá. Y eso era a cada rato y por todos partes. A la más mínima excusa y, sin importar su actividad del momento, lo dejaban todo, formaban un trencito y comenzaba a cantar y bailar al ritmo de chachachá, con gorros, pitos, serpentinas y toda la paraphernalia.
- 🎶¡Llegó la hora del chachachá! ¡A bailar todos! –
- A las marcianos nos gusta el CHA CHA CHA.
- Aquí todos queremos al CHA CHA CHA.
- Donde vamos bailamos el CHA CHA CHA.
- ¿Cómo dice? Cha cha cha. Cha cha cha.
- ¡Todos juntos! Cha cha cha. Cha cha cha🎶
Bueno, bueno, OK. Ahora, seriedad. Otra de las tantas cosas que también olvidamos mencionar antes sobre Anny es que Anny era comerciante. Le encantaba vender corotos viejos. Entonces un día tocan a la puerta. Y apareció un marcianito vestido de cartero y le entrega una caja gigante al tío Cornelio. La caja tenía una etiqueta que decía:
- De la tierra para Anny con urgencia. Corotos viejos. -
Al ver la caja Anny la tomó y con alegría dijo:
- ¡Ah!, mi pedido. Gracias, tío Cornelio.
Al otro día, mientras sus tíos la observaban con asombro y curiosidad. Anny, con mucha seriedad y sin decir una palabra, tomó una mesa, la lleva al frente de la casa y le colocó un mantel rosado con blanco. Luego, puso un jarrón sobre la mesa y una flor amarilla dentro del jarrón. Y así montó su tiendita de corotos viejos en Marte. Por supuesto, la música no le podía faltar. Se ponía los audífonos y ¡la samba!
Como era muy independiente y no le gustaba que le ayudaran, sus tíos la dejaban sola y no le decían nada para que no se molestara. Nadie quería ver a Anny molesta. En la mañana, trabajaba en su tiendita y por las tardes ayudaba a la tía Ruperta con los mandados.
Desde que llegó a Marte, Anny fue la misma que cuando estaba en la Tierra. Vivir en Marte no la cambio. Eso era correr de un lado a otro con mucho apuro. Eso y el hecho de ser muy despistada ponían al tío Cornelio con los nervios de punto pero la tía le recordaba a su esposo que tenía que tener paciencia.
Le decía:
- ¡Paciencia, Cornelio. Paciencia!-
Al principio, Anny estaba muy feliz por estar viviendo en un planeta sin problemas. Pero a las pocas semanas de estar por allá se molestaba con frecuencia del mismo modo que lo hacía en la Tierra porque Marte tenía muchas leyes y casi todo estaba prohibido. Además, todo era trabajo y más trabajo. Solo el asunto del chachachá era divertido. Pero en términos generales era un planeta muy aburrido. Todos sus amigos estaban en la Tierra y los extrañaba mucho. Lo cierto era que a las pocas semanas de estar viviendo en Marte ya los marcianitos la tenían verde. Algo que es irónico porque la piel de los marcianos es, de hecho, verde.
Una tarde la tía Ruperta le pidió a Anny que fuera a la bodega para buscar unos ingredientes que necesitaba para poder preparar su famosa salsa para la pasta. Anny salió de apuro para cumplir con el mandado. Y en el camino se encontró con un parque lleno de flores. A Anny le gustaban mucho las flores. Resulta y acontece que como era muy despistada y siempre estaba con un apuro. Se enredó con su bufanda, se tropezó y cayó sobre la grama accidentalmente. No le pasó nada pero no se había terminado de levantar del suelo cuando empiezan a sonar las sirenas y se encendieron toda clase de luces. De pronto, salieron marcianitos vestidos de policía por todas partes. Eran muchos. Más de cien sino más. Salieron del piso, de los muros, de arriba, de todos lados. Llegaron también muchos platillos voladores de la policía marciana. El escándalo fue increíble. Un marcianito policía que se veía que era el capitán porque era gordito, con bigotes y con una gran placa en forma de estrella sacó un megáfono y dijo:
- ¡Ann Isabel Cauz, usted está en graves problemas! En Marte, está prohibido pisar la grama.-
En ese preciso instante, un platillo volador se posó sobre Anny y una compuerta en la parte de abajo de la nave se abrió. De pronto, sale una especie de tubo con luces que daban vueltas y succiono a Anny hacia dentro con gran velocidad. Y como un rayo, partieron a la estación de policía.
Ya en la estación de policía, la encerraron en un cuarto oscuro y dos policías marcianos, que para efectos de esta historia llamaremos a uno “el policía bueno” y al otro “el policía malo”, la empezaron a interrogar alumbrandola con una lámpara más grande que ella que no la dejaba ver nada porque la encandilaba mucho.
- Terrícola, ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? - gritó el policía malo desesperadamente y caminando en círculos.
- ¡Terricola, usted está en graves problemas!-
- Solo fue un accidente.- explico Anny
- La ley es dura pero es la ley. Sin ley, hay anarquía, terrícola. Aquí en Marte, usted viola la ley, usted va a la cárcel. - gritó el policía malo pegandole a la mesa.
- ¿Y por cuánto tiempo? - preguntó Anny angustiada.
- Aquí en Marte siempre se aplica la misma condena para todos los crímenes. Mil años de cárcel. - dijo el policía bueno muy serio.
- ¿Qué? Pero mil años de cárcel por pisar accidentalmente la grama en el parque es demasiado - exclamó Anny muy sorprendida.
- ¿Y le parece poco?- gritó el policía malo enloquecido golpeando esta vez a la pared.
- Usted en Marte viola la ley y usted va a la cárcel por mil años. Esta no es la Tierra. Nosotros tenemos orden. - dijo el policía bueno con gran orgullo.
- ¡Oh, no! ¡Ahora si estoy en problemas! - dijo Anny llorando.
Y un piano sonó gravemente: tan, tan, taaannn
Mientras tanto en la Tierra...
La noticia de su encarcelamiento no tardó mucho en llegar. Todos los periódicos del planeta tenían en su primera página una foto de Anny, roja como un tomate, llorando detrás de los barrotes de la cárcel marciana con titulares como este:
- Anny Cauz presa en Marte. Sera condenada a mil años. Detalles desconocidos.-
Lo ocurrido causó gran conmoción en toda la Tierra y todos, que la querían mucho, se preocuparon muchísimo. Pero sabían perfectamente sin necesidad de conocer todos los detalles del caso que Anny era inocente. Sin embargo, seguramente se metió en problemas por ser tan despistada y por estar siempre con sus apuros.
En cuestión de minutos ya había un gentío en frente de la embajada marciana para solicitar su libertad. Gritaban consignas y marchaban de un lado a otro con pancartas que decían:
- ¡Libren a Anny!- Ser despistada no es un crimen-
De vuelta en Marte y afuera de la estación de policía, se encontraba tío Cornelio con las manos en la cabeza y a punto de explotar de los nervios y de la preocupación. A su lado estaba la tía Ruperta también sumamente preocupada pero con una vianda de pasta en caso de que a Cornelio le diera hambre más tarde. Con ellos estaban reporteros de todo el sistema solar que vienen a cubrir el dramático evento, amigos de Anny y muchos curiosos. Lo cierto es que eso estaba repleto. No cabía ni una persona más. Y la tensión no se aguantaba. Era la locura.
Todos los canales de televisión estaban cubriendo el acontecimiento. Y todo el mundo, tanto en la calle como en las casas, estaban atentos y alertas de este hecho en pleno desarrollo.
- ¡Avance, avance, avance!- se escuchó en la televisión.
- Adelante Juan. –
- Aquí Juan El Chaparrito del canal Terravision.
- Reportando desde Marte en vivo y en directo para todo el planeta Tierra y más allá. Nos encontramos en frente de la estación policial marciana donde la cantante y comerciante de corotos viejos Anny Cauz ha sido detenida por sus crímenes. Estamos esperando la salida del alcalde de Marte que estará dando próximamente unos importantes y reveladoras declaraciones sobre este espeluznante caso que ha conmovido a todo el sistema solar. ¡Oh!, un momento. Ya sale el alcalde. Escuchamos. -
En ese momento se ve salir a un marcianito vestido con mucha elegancia. Tenía un sombrero de copa y en su cuerpo una cinta roja con las palabras:
- Gran alcalde de Marte-
Y dijo:
- Damas y caballeros, marcianas y marcianos, todas y todos:
- Antes de hablar me gustaría decir unas palabras. Los sucesos del día de hoy no tienen precedentes en la historia de nuestro muy pacífico planeta. Es decir, nos ha tomado a todos por sorpresa. Ahora bien, aquí en Marte somos sumamente respetuosos de la ley. Sin ley, hay anarquía. En Marte tenemos orden gracias a nuestro amor por la ley. La ley es dura pero es la ley. Entonces, leo: Ley marciana 1.239.873. Si en dado caso, una terrícola comete un crimen menor de modo accidental en Marte será perdonada, puesta en libertad y se le dará una segunda oportunidad. Es un regalo de Marte para la Tierra por ser los creadores del chachachá. Anny Cauz queda en libertad.-
En ese momento, se abre de par en par las puertas de la estación y sale Anny con una sonrisa de oreja a oreja, agitando las manos y saludando como una estrella de cine a todo el mundo que ya estaban como locos de alegría con la noticia. Los gritos, la música, el baile, los fuegos artificiales, las serpentinas. Fue lo máximo. Samba, samba y más samba. ¡je!
La gente no había celebrado así desde la última copa intergaláctica de fútbol. Ese día Marte y la Tierra eran una fiesta. ¡Qué rumba!
Ya en la casa de los Cauz y después de la pasta. Anny expresó sus intenciones de dar unas palabras.
Se levantó de la mesa y se dirigió al frente. Luego, con su cara muy seria mientras movía su dedito índice dijo con un tono muy solemne:
- Yo estuve en la cárcel solo por un par de horas. Sin embargo, ese tiempo me sirvió mucho para reflexionar sobre la vida.-
Y los Cauz se miraron con asombro por la profundidad de sus palabras y siguieron escuchando con gran expectativa.
Anny prosiguió como la misma seriedad:
- Los problemas siempre van a existir. Ya sea en la Tierra o aquí en Marte. Lo importante es tener la sabiduría de afrontarlos con paciencia. –
- Claro, mucha paciencia. ¿Viste, Cornelio? - dijo tía Ruperta, moviendo la cabeza y mirando a su marido.
- Sí, Ruperta. - admitió tío Cornelio con resignación.
- La felicidad está en uno. Debemos disfrutar las cosas buenas de la vida y tratar de mejorar las malas. Pero sin angustias ni amarguras. Tal vez no podemos cambiar al mundo nosotros solos pero sí podemos hacer un poquito más feliz nuestro pequeño entorno. De hoy en adelante seré otra. He dicho. Muchas gracias-
Después de compartir con sus tíos estos tan elevados pensamientos que expresó con tanta teatralidad, Anny asumió una pose triunfal, alzó la mirada orgullosamente e hizo una graciosa mueca con su boca esperando de reojo los aplausos.
- ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo! - Los Cauz se emocionaron mucho con su discurso. Y con lágrimas en los ojos gritaban elogios y aplaudían sin cesar.
Se levantaron y corrieron a darle un gran abrazo. Y todos contentos saltaban de alegría.
Al rato se calmaron y después de un largo silencio. Anny de pronto volvió a hablar y dijo:
- O mejor me voy a Saturno. Tal vez en Saturno es mejor.
- ¡Mamma mia!-
- ¡Paciencia, Cornelio. patienciaaaaa! -
Y como aún estamos en Marte:
- ¡Llegó la hora del chachachá! ¡A bailar todos! –
- 🎶A las marcianos nos gusta el CHA CHA CHA.
- Aquí todos queremos al CHA CHA CHA.
- Donde vamos bailamos el CHA CHA CHA.
- ¿Cómo dice? Cha cha cha. Cha cha cha.
- ¡Todos juntos! Cha cha cha. Cha cha cha🎶
Fin
Dedicatoria: Este cuento está debicado a la cantante venezolana y trujillana Anny Cauz. Para Anny. Especialmente a la linda y traviesa niña que aún llevas dentro. Con mucho cariño y mi eterna admiración.
Gustavo Godoy
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