Ana Karenina del escritor ruso León Tolstoi es probablemente es una de las mejores novelas jamás escritas. Y uno de mis favoritas. La releo por lo menos una vez cada par de años. Las razones son muchas pero creo que la principal es que estoy locamente enamorado de Ana. Para mí, Ana Karenina es la mujer más bella e interesante de toda la literatura universal. Una mujer fascinante. Bonita, elegante, inteligente, culta, bondadosa y contradictoria. Uno se pierde entre tanta belleza y complejidad. Siempre me conmueve su trágico fin.
Tolstoi además de ser un genio también fue un gran moralista. A diferencia de otros escritores como Wilde, Borges o Nabokov que veían la literatura como un fenómeno puramente estético, Tolstoi, por el contrario, pensaba que el arte debía ser útil y servir a un bien moral. Escribía para educar. Ana Karenina es una novela sobre la pasión y sus consecuencias, ambientada en la Rusia de finales de siglo XIX y escrita con un estilo mágicamente hermoso y equilibrado. La riqueza de las descripciones, el desarrollo psicológico de los personajes y la profundidad de la trama son insuperables. Tolstoi es un escritor fuera de serie. La novela relata en paralelo dos historias que se oponen en franco contraste. Una es la de Ana y su amorío extramarital con el conde Vronsky y la otra es el amor entre Levin y Kitty.
Ana está casada con Karenin, un funcionario de alto rango de San Petersburgo, pero conoce a Vronsky. Se enamora de él y tiene una aventura. Luego, Ana abandona a su esposo y a su hijo para vivir con su amante. Ella debe enfrentarse a la hipocresía, los prejuicios y la condena de su circulo social para defender su amor ilícito. Y lo hizo. Sin embargo, progresivamente, Ana se vuelve celosa, dominante y susceptible. Su amor por Vronsky se transforma en algo egoísta, efímero y meramente pasional. Al final, en un arrebato de rabia y frustración, se arroja a un tren en movimiento. Ana lamentablemente muere.
Si Ana es el tipo de mujer que me gustaría amar, la relación entre Levin y Kitty es el tipo de romance que me gustaría llegar a tener. La relación de ambos no está dominada por la pasión sino por la sinceridad, la responsabilidad, la estabilidad y la compresión. Son la pareja ideal de la novela.
La primera vez que Levin le propuso matrimonio a Kitty, ella lo rechazó. Algo que por supuesto le rompió el corazón porque la amaba muchísimo. Al tiempo, se volvió a llenar de valor y se dispuso a hacer por segunda vez la gran pregunta. Levin, terriblemente nervioso, asustado y dudoso, escribe en una pizarra las iniciales de una frase que Kitty debía adivinar C.d.e.i.e.i.e.o.s (“Cuando dijiste –es imposible-, ¿Era imposible entonces o siempre?”) Kitty comprendió perfectamente el significado de las letras y le respondió de la misma manera E.y.n.p.c.o.c (“Entonces yo no podía contestar otra cosa”). Tal vez Tolstoi quiso indicar aquí con este juego de acertijos que el amor es una forma de entendimiento. Pero a mí, la parte que más me gusta es el final de la escena. Levin le escribió con el mismo sistema infantil de criptografía : “Nunca he dejado de amarte”. Pero en el preciso momento cuando ella iba a contestar, apareció su padre y los interrumpió. Kitty se levantó, sin escribir nada, y le susurró a su enamorado: “Ni yo a ti”. Luego se echó correr. Levin la vio alejarse con el corazón ebrio de felicidad. Al otro día, pidió su mano en matrimonio. He ahí una gran historia de amor.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 08 de Diciembre 2017 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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