viernes, 19 de junio de 2015
La locura del hombre normal
En la actualidad, una persona es llamada normal o mentalmente sana si
es capaz de cumplir con el papel social que le toca jugar dentro de
una sociedad determinada. Desde esta óptica, la salud mental es la
adaptación a un estilo de vida de un grupo en particular, sin importar
para nada si tal grupo esta cuerdo o no. Lo único que importa si uno
está adaptado.
En lo que respecta a la sociedad contemporánea, lo bueno para el
funcionamiento de este sistema resulta nocivo para la conservación de
la salud mental de las personas. Francamente, en estos momentos,
alguien "normal" es menos sana que alguien insano si se juzga según
una escala de valores humanos.
La sociedad moderna es un monstro de mil cabezas gigante, cambiante e
inestable que se ve en la obligación de simplificar para sobrevivir.
En busca de orden y cohesión, el sistema simplifica. En este proceso,
el sistema transforma a millones de individualidades concretas en una
masa uniforme, impersonal e insípida. Esta realidad dificulta el
desarrollo pleno del potencial humano. Inevitablemente, esta situación
produce una angustia existencial que se traduce en una neurosis
generalizada.
El filósofo danés Søren Kierkegaard decía que la masa siempre es una
falacia porque convierte al individuo en un fragmento debilitando su
sentido de responsabilidad individual. Crea una persona alienada y una
sociedad neurótica. El consumismo, el entretenimiento escapista y la
carrera social son síntomas más notorias de este vació que sufre el
hombre moderno al no poder desarrollar plenamente su personalidad en
su vida cotidiana. Esta es una sociedad que produce miembros con una
personalidad mutilada, y condiciones desfavorables para la felicidad
humana y la autorrealización.
La obra de Nietzsche toca el tema del individuo y la sociedad en
concepto del superhombre. El superhombre (u obermensh) es el espíritu
libre artífice de sus actos y pensamientos sin necesidad de ser guiado
o manipulado. Un individuo que no se definido por ese abstracción que
comúnmente llamamos “humanidad”. El superhombre vive la vida
intensamente según valores de la vida misma y no usa como referencia
juicios de valores impuestos por una sociedad mediocre. Su visión esta
“más allá del bien y del mal” de un colectivo disfuncional.
Es cierto que muchas personas creativas no consiguen establecer
relaciones funcionales y algunas de ellas llegan a vivir en la soledad
porque desarrollan aspectos de su personalidad que solo son posibles
en un relativo aislamiento. Frecuentemente, el creador entusiasta de
una nueva realidad queda tan deslumbrado con su propia creación que
los asuntos prácticos descienden a un plano secundario en importancia.
Las conductas creativas y solitarias no son en sí mismas patológicas
sino que se ven en la necesidad de encontrar algún sentido en la vida
que no dependan en gran medida de las relaciones humanas. Hermann
Hesse lo escribe así: “Quien no encaja en el mundo está cerca de
encontrarse a sí mismo”
Los grandes innovadores del mundo tienden a alejarse del status quo.
Casi todos los adelantos artísticos, morales e intelectuales, se deben
a individuos que disienten del criterio general. La sociedad si ha de
progresar necesita personas excepcionales cuyas actividades, aunque
útiles, no sean de los que se consideran como corrientes.
Definitivamente, en estos tiempos de profunda crisis de valores, el
hombre normal y bien adaptando es el verdadero loco.
Gustavo Godoy
Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 19 de junio de 2015 en la columna Entre libros y montañas
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