viernes, 24 de junio de 2016

Alicia y el pais de las maravillas



El extraordinario escritor inglés Lewis Carroll, cuyo verdadero nombre era Charles Dodgson, vivió en Inglaterra durante el siglo XIX. Fue un profesor de matemáticas en Oxford. Era un tipo sumamente peculiar. Le gustaba coleccionar juguetes y objetos extraños. Sufría de tartamudez, sordera parcial, epilepsia y un extraño síndrome que afectaba su capacidad para percibir el tamaño real de los objetos. Lewis Carroll escribió la obra “Alicia en el País de la Maravillas”, uno de los clásicos más importantes de la literatura, así como también escribió su continuación “A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí”. Sin duda alguna, es una obra fascinante.

En ese primer libro, Carroll nos relata el viaje de Alicia, una pequeña niña, por el país de las maravillas. Un día Alicia ve a un conejo blanco, vestido elegantemente, hablando solo y usando un reloj que miraba constantemente mientras caminaba a toda prisa. Curiosa, ella decidió seguirlo. Finalmente,  entra por un agujero que la conduce al país de las maravillas, un mundo fantástico.

En el país de las maravillas, Alicia  encontró un mundo lleno de frustración, confusión y sinsentido. En el relato dominan los  juegos de palabras, las paradojas, las parodias, los poemas y divertidos problemas matemáticos. Durante su aventura,  la joven protagonista se encuentra con diversos personajes: La reina de corazones, el sombrerero loco, el gato Cheshire, la liebre de marzo, y  la oruga azul,  para mencionar lo más destacados.  Estos son seres dictatoriales, ilógicos e irracionales que siempre  están imponiendo sus caprichos a Alicia. Todos la criticaban constantemente. Siempre dando órdenes insensatas, siempre sermoneándola con discursos absurdos. “Nunca he recibido tantas ordenes en toda mi vida” dijo Alicia frustrada.

La obra de Carroll nos plantea una temática muy interesante: Los padres y el mundo infantil. La obra es mucho más que  mero  entretenimiento. En el fondo es  una dura crítica al mundo de los adultos. Tiene mucho de sátira social con planteamientos muy  similares a los realizados  por Kafka varios años después. El mundo de los adultos desde la mirada de los niños resulta un completo absurdo debido a sus injusticias e ironías.

En el mundo de hoy, sobre todo según la moral de la clase media, los niños están sujetos a dos actitudes muy desiguales.  Por un lado, los niños son vistos con seres angelicales y frágiles que deben ser protegidos todo el tiempo. Es importante no conversar algunos temas frente a ellos y nunca exponerlos a ciertas situaciones consideradas peligrosas.  Se les debe ocultar información  omitiendo así elementos básicos de la vida como el sexo,  la muerte y los defectos de la sociedad, incluyendo los defectos de sus padres. Como es natural,  los niños crecen desconfiando de los adultos porque saben muy bien que esos mienten todo el tiempo. En muchos casos, los niños son tratados con condescendencia, sarcasmo, e ironía. Rara vez son escuchados con respeto.

Por otro lado, la infancia pareciera que consiste en seguir órdenes. Todo gira en torno a la obediencia. Algo así como un cuartel: horarios, normas, y deberes.   Reglas, reglas y más reglas. Y aunque el discurso formal declara que todo es por el bien de los niños, eso en muchos casos no es convincente.  A veces parece que los niños son presionados para compensar las frustraciones y los complejos  de los padres.   Frases frecuentes  como “No quiero que cometas los mismos errores que yo cometí”, o  “Estudia para que seas mejor que yo “son muy reveladoras.

Por supuesto que estas actitudes no aplican en todos los casos y tampoco aplican todo el tiempo. Son tendencias más que realidades universales.  Sin embargo, es un asunto para una profunda reflexión.

Los niños no son trofeos ni  nuestros súbditos. Son individuos con gran potencial que necesitan crecer a su propio ritmo y según su propia singularidad. Seres pensantes con criterio, profundidad, dignos de ser escuchados,  y con la capacidad de comprender temas complejos. Crecen mejor jugando libremente que obedeciendo “sabias”  instrucciones.

Debemos olvidarnos de imponer tanto nuestras expectativas a los niños  y empezar  a aprender más de ellos. Este mundo sería mucho mejor, si todos dejáramos de ser tan adultos.  

Gustavo Godoy

Articulo publicado por El diario El Tiempo el viernes 24 de Junio 2016 en la columna Entre libros y montañas

Ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com


viernes, 17 de junio de 2016

Carta de amor



Querer  es un acto temerario. Se requiere atención, generosidad, y valentía. El amor es un regalo que uno debe dar sin muchos cálculos. Si este  es merecido o no, correspondido o no , en realidad, no importa mucho. Los regalos son así.   En cierto modo la aventura de  amar es un salto al vacío, si uno lo piensa demasiado, no lo hace. Con mucha frecuencia, ese gran obstáculo que es el miedo nos congela o nos hace huir.
El amor es algo muy raro en estos tiempos de oscuridad. Querer es una decisión. No es un sentimiento involuntario despertado por un ideal perfecto como creen casi todos . Amar y querer es la construcción intencional de algo especial entre un par de imperfectos que escogieron tolerarse un poco y apoyarse un poco dentro de este mundo ,muchas veces tan  frio y hostil. Es para valientes e insensatos.  No ama quien quiere ,sino quien puede.

Ellos  salieron en varias ocasiones, encuentros gratos y divertidos.  Luego, ella se fue. Y mientras  estuvo en la distancia, él insensatamente le escribió inoportunas cartas de amor. He aquí una de dichas cartas cuyas  respuestas siempre fueron largos silencios, nerviosas evasivas  o tímidos distanciamientos:  
 El hombre insensato solo lucha por causas perdidas. Solo el que tiene fe busca  milagros en lugares grises y en tiempos grises. Son las grandes historias,  las que superan los obstáculos, los miedos y los enredos, a pesar de las distracciones y las excusas. Lo mágico viene de  la esperanza, de la fe.  Viene de  desafiar el destino y el orden natural de las cosas. Viene de cuando lo ordinario da paso a lo extraordinario.


Yo no soy el mejor hombre del mundo. Tengo mis virtudes pero también  estoy lleno de fallas y defectos. Soy un simple mortal.  No soy más  ni menos que los demás. Tal vez no tengo mucho que ofrecer. Pero puedo ofrecer lo que es mío. Mi paciencia. Mi dedicación. Mi atención. Mi esfuerzo. Mi comprensión. Mi compañía. Mi amor.


La vida es tan complicada como uno la quiera hacer. Podría ser simple. A veces es ver algo bello y querer acercarse. Es respetar. Es cuidar. Es dar. Es dejarse querer. Es luchar por lo que valga la pena.


Hay tiempos para ser sutil y hay tiempos para ser más atrevido. La ventaja de escribir cartas en la distancia es que dan valor.  Algo que en este tipo de asuntos no cae mal. El que se mete en estos menesteres tiene que asumir todos los riesgos con coraje.  Los milagros pueden ocurrir en cualquier momento. 


Como tu bien sabes,   me gustas mucho. ¿Y por qué no poner en palabras lo que ya  los dos sabemos?  Ser directo y descarado, a pesar de los peligros.  En otras palabras,  quiero estar cerca de ti. Aceptarte con lo bueno y lo malo. Me gustaría escuchar tus sueños, tus secretos, tus preocupaciones, tu versión de la felicidad. Me gustaría conocerte de cerca. Conocer ese lado que ocultamos a los demás por temor a ser heridos.  Yo no quiero herirte.  Yo lo que  quiero es  estar a tu lado para acompañarte al caminar. Que mis cafés sean contigo. Celebrar días especiales junto a ti. Salir a buscar  medicinas como loco cuando te de gripe.  Contribuir con las pequeñas cosas como cambiar  bombillos o reparar tu carro. Viajar contigo. Comer juntos de vez en cuando. Dedicarte poemas. Enviarte flores.   Dejarte sola, cuando quieres estar sola. Poder tocar tu mano al conversar.  Quiero  lo imposible y lo insensato.


Más que nada es  la certeza que eres alguien para querer.  Y te propongo  que construyamos algo entre los dos. Iríamos a tu ritmo y sin presiones. Armonizando  las cosas poco a poco. Conversando. Explicándonos. Yo no quiero importunarte.  Solo quiero acercarme más a ti porque me gustas. Así de sencillo.
En cierto modo  algo entre nosotros sería una locura, lo entiendo perfectamente,  pero sería una locura ajustada a nuestra medida. Por momentos dejaríamos todo atrás y  nos escaparíamos a un mundo creado por nosotros, un mundo lleno de música, magia y poesía.
Si he de escribir una gran historia de amor, me gustaría que fuera contigo.


  Gustavo Godoy

Artículo publicado por El diario El Tiempo el viernes 17 de Junio 2016 en la Columna Entre libros y montañas

Ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com

viernes, 10 de junio de 2016

El loco







Un día, sin ninguna razón en particular, decidió viajar hacia rutas salvajes. Decidió caminar sin rumbo fijo por  un sendero  solo transitado por  locos, rebeldes y  vagabundos. Hastiado de lo artificial, zarpó en busca de  pureza. En el mundo, solo encontró mezquindad y vacío. Entonces, abandono lo cómodo y sensato. Sin posesiones o prejuicios, adopto la vía como su hogar y la libertad como su bandera.  Decidió perderse. Partió  para escapar de la falsedad y  lo absurdo  de la sociedad hacia los  territorios inhóspitos de su propia alma.

Con cada paso, se  acercaba más hacia los valores de la decadencia. Detestaba lo burgués.  Su apariencia  era cada  vez más desaliñada. Se dejó la barba rala y el cabello largo. Y  rara vez tomaba un baño.  No trabajaba. No estudiaba. No atendía ninguna iglesia. No sentía interés por iniciar una familia. Su templo era la música, el arte y la fantasía.  Llevaba una vida disipada y bohemia en una galaxia de  libros, tabaco y  vino.  Le atraía lo prohibido, lo oscuro.  Siempre se enamoraba de la menos indicada. Y siempre buscaba estar entre malas compañías: poetas, artistas, marginados y soñadores. Leía a Nietzsche, a Schopenhauer,  a Hesse, a Lord Byron,  a Cioran y a Rilke mientras escuchaba Rock y Jazz.  Se inclinaba un poco al Budismo y al Taoísmo, pero nada grave.  Practicaba una espiritualidad, sin dogmas y sin dioses. Amaba la vida, la belleza, el amor. Era joven ,a pesar de los años.

Habitaba el país  de la  autodestrucción y la recreación constante, impulsado por una subjetividad que a veces lo hacía feliz y otras veces lo deprimía. Su vida estaba llena de contradicciones, fallas y verdad. Abandono la lucha por la perfección y aceptó ser imperfecto. Sentía un profundo rechazo por lo cotidiano y lo práctico. En su interior  se daba una pelea eterna entre los demonios de la realidad y los del alma. Tenia todo: tristeza, felicidad, paz, rabia, calma, tormento, superficialidad y profundidad.

Su  comportamiento tan irracional e imprudente escandalizaba a sus familiares y amigos. Buscaban sanarlo, curarlo.  Lo creían loco. Lo consideraban confundido y desorientado botando su futuro sin  sentido alguno. Lo trataban como un inadaptado y un extremista. Ellos deseaban que fuera normal.  Él había experimentado la normalidad, y no deseaba volver. No quería eso. Quería equivocarse. Quería irse de lugar. Quería escapar y construir un mundo según sus propias reglas, un mundo más parecido a él. Más que la normalidad, quería el  fuego de lo auténtico.

Él estaba consciente que su conducta molestaba y preocupaba a mucha gente. Pero también estaba perfectamente consciente que eso  le importaba un bledo.  El precio de la libertad y del autodescubrimiento es la soledad y la incomprensión. No era que no le gústase la gente. Era simplemente que se sentía menos solo en la soledad. Era que la existencia  en soledad le resultaba más grande, más hermosa. Era simplemente que viviendo más allá del mundo de los hombres, cada pequeña vivencia se tornaba en  una aventura extraordinaria.  Así lo veía él, a pesar que nadie podía entender en lo que andaba. Hay algunas realidades que solo son comprendidas por sus creadores. Para los demás, son un gran misterio.

La vida no es una carrera de logros y premios  sino un tiempo que debe ser  vivido y sufrido, con sus cielos e infiernos.  Le llamaban loco, pero prefería eso a encontrarse con la muerte  y tener que confesar que  jamás había vivido.  Era vivir o morir en el intento.  Pasión o nada.

Lo que ocurre es que existen algunos seres que, a pesar de estar más seguros en el suelo, realmente nacieron para volar.  Así son los extraños, los raros, los diferentes, las ovejas negras, los patitos feos. Así  son los locos de este mundo.




Gustavo Godoy

Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) el viernes 10 de Junio 2016 en la Columna Entre libros y montañas


Ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
 
 

viernes, 3 de junio de 2016

Lo efímero también es eterno




Todo cambia en este mundo. En realidad,  nada es para siempre. Todo se va como el fluir de la corriente. Y nada se escapa del poder destructor de los dioses del tiempo. Nuestro deseo es que los momentos que se fueron,  se queden junto a nosotros eternamente.  Sin embargo, todo se desvanece con el pasar de los días. Todo llega  a un final. Con demasiada frecuencia, anhelamos ese pasado perdido donde todo parecía más puro, más feliz, más bello. Con demasiada frecuencia, deseamos  recuperar ese futuro que no pudo suceder, pero soñamos con el alma. Son las ilusiones las que duran muy poco y parten a los océanos del tiempo para no volver.  Son los recuerdos de un imaginado provenir  los  causantes de muchas de nuestras más profundas tristezas.

En el bosque encantado de las hadas, todo obedecía a un orden. Cada ser tenía un rol definido dentro del gran diseño.  La paz y la tranquilidad reinaban porque  todo era predecible y seguro.  Había una forma fija, una norma que alejaba los peligros.  Existían fronteras y linderos que no se debían cruzar para poder preservar  el equilibrio.

Una noche, el rey decidió, un poco por aburrimiento, un poco por curiosidad, cambiar con su magia el orden de los cosas, pero tan solo por un día. Por un día, el mundo fue al revés. Lo que antes estaba prohibido, por ese día estaría  permitido.  Y lo permisible no  lo era más.  Durante esas horas, cada ser podía escoger su destino y los obstáculos desaparecieron. Lo que antes era imposible, ese día fue posible.

El tímido gnomo  siempre estuvo secretamente enamorado de la princesa de las hadas. Desde el primer día que la vio quedo encantado. No solo fue su belleza,  los bonitos colores de sus alas de mariposa, o su hermosa voz.  El gnomo la admiraba por cuidar el bosque tan  dulcemente. Cuando la princesa cantaba, el bosque florecía. Ese día, el tímido gnomo se llenó de  valor, y declaro su amor a la princesa.  La princesa, que antes lo habría  rechazado al instante por ser un gnomo,  lo acepto con emoción.  Sin duda, ese pequeño morador de la tierra, a pesar de ser algo torpe, también poseía un enigmático atractivo. Su trabajo en el bosque era ayudar a crecer las flores, tarea que desempeñaba con gran pasión. El gnomo era sensible, curioso y aficionado a las adivinanzas. Tocaba una guitarra de siete cuerdas y escribía versos en hojas de pino. Era un tanto extraño, pero gracioso y ,en el fondo, bueno de corazón.

Ese amor no era permitido. Se suponía que los gnomos y las hadas no debían mezclarse. No era práctico. Y no era bien visto por los demás. Pero durante ese día, los amores imposibles parecían tener sentido.  Ese día los dos salieron  a pasear juntos. Compartieron sus secretos, sus miedos y sus sueños.  Disfrutaron de los pequeños detalles. Ella se reía de sus ocurrencias. Y a él le fascinaba verla sonreír. Durante ese mágico día, el tiempo se detuvo y todos los peros desaparecieron.  Por un día, lo extraordinario parecía poder durar para siempre. Sin embargo, el día termino  y todo volvió a la normalidad. Fue un breve sueño. El orden volvió al bosque. Y lo predecible y seguro retornaron como antes. Lo que se creía que podía ser para siempre, llego a su fin demasiado pronto. El gnomo y la princesa de las hadas no volvieron a verse.

Los sueños rotos siempre son causas de tristeza. Pero también son causas de alegría, de satisfacción. Intentarlo, teniendo todo en contra.   Arriesgarse. Luchar por causas perdidas, o amores imposibles. Es un acto de fe. Es vivir.  Lo efímero también es eterno cuando se vive cada instante intensamente, con pasión, amor, valentía y esperanza.  Vivir, amar, tratar de alcanzar la luna, aunque a veces no traiga recompensas,  siempre valdrá la pena.    Los momentos mágicos en la vida, aunque demasiado cortos, siempre estarán junto a  nosotros, porque  jamás se olvidan.



Gustavo Godoy


Artículo publicado por El diario El Tiempo el viernes 03 de Junio 2016 en la Columna Entre libros y montañas



Ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com