¿Puede un hombre
reinventarse a voluntad? ¿Puede alguien cambiar lo que es? ¿Es el sueño
americano una quimera? El Gran Gatsby
(1925), la novela de Francis Scott Fitzgerald ha sido llamada por muchos la
gran novela americana. Relata la historia de un hombre rico, pero de origen
humilde, que pretende ser un aristócrata para conquistar un viejo amor. Gatsby,
el protagonista, se avergüenza de su pasado y lo esconde. Pero los fantasmas de
su ayer nunca lo abandonan. Siempre lo están asechando. Él es un esclavo de
ellos. Claro, esta no es una novela
optimista. De hecho, es una tragedia. Irónico, ¿eh? La gran novela americana
presenta al sueño americano como una farsa con fatales consecuencias.
La historia transcurre en
plena era de jazz, en el verano de 1922. El narrador, Nick Carraway, oriundo del medio oeste de los EEUU, se muda a Nueva York y terminar rentando una
pequeña casa en Long Island a un lado de la mansión de Gatsby. Nick trabaja en
Manhattan vendiendo bonos para una firma financiera. Él nos muestra a Gatsby
como un misterio millonario con gustos extravagantes que ofrece fiestas increíbles. Luego,
conocemos a Daisy, una mujer de sociedad. Daisy está casada con un hombre de alta alcurnia, pero es sumamente infeliz.
Su marido, Tom Buchanan, es un
verdadero patán. Resulta ser que, años atrás, Gatsby y Daisy tuvieron un breve romance durante
la guerra, guerra en donde Gatsby participó como soldado. El amor no prosperó por la guerra y por la inseguridad de Gatsby con respecto a su trasfondo
social. Con la ayuda de Nick, Gatsby y Daisy se encuentran nuevamente y tienen
una aventura. Pero Daisy nunca deja a Tom. En medio de la novela, se descubre
la verdad sobre Gatsby y cómo obtuvo su dinero (con el contrabando de
licor).
Ya casi al final de la obra, Gatsby es asesinado en su propia piscina. El asesino lo culpó de matar a su hija en un
accidente automovilístico. La verdadera tragedia no es
su muerte, pienso. Creo que su tragedia radica en el hecho de tener que mentir
y delinquir para poder tener una oportunidad. Nunca, a pesar de sus esfuerzos, logró ser lo que quería ser. No obtuvo a la chica. Daisy, al final, decidió quedarse
con su esposo. Solo su padre acudió a
su entierro. Todas estas fiestas, llenas de gente, y ni un amigo. Eso es lo
trágico para mí, no su muerte. Ese es un
asunto digno de una profunda reflexión.
Cuando leemos la
correspondencia personal de Fitzgerald, nos damos cuenta que evidentemente
existen muchos paralelismos entre la vida de Jay Gatsby y la de él. Fitzgerald
(de origen humilde) también tuvo que
realizar grandes esfuerzos para poder conquistar el exigente corazón de una
dama. Zelda, su esposa, no se la puso fácil al principio. En efecto, publicó sus primeros libros para impresionarla. Todo hombre pasa, de uno u otro modo, por algo así. Gatsby y Fitzgerald no son los
únicos. La mujer es la gran motivación en la vida de casi todo hombre. Siempre se
trata de una mujer. Todo gira en torno a la chica.
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 27 de Abril 2018 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com