Hay familias locas. Familias que piensan que ellos son los únicos decentes, los únicos buenos y los únicos cuerdos en todo el planeta. Mientras que ellos son los mejores, todos los demás son sospechosos. Estas familias creen que solo ellos saben cocinar, saben limpiar y saben pensar. Ellos, y solo ellos, son bellos y exitosos. Todos los demás son un fraude. Su visión y proceder están en la cúspide de la existencia. Su casa es siempre la más bonita de la comarca. Sus creencias son siempre las más acertadas. Y su estofado es indudablemente el más sabroso de todos. Todo aquel que ose en opinar lo contrario será tratado como un vulgar hereje. Solo lo que impera en la familia es lo correcto y natural. Más allá de la familia, solo existen salvajes, fealdad y platillos sin sabor. ¡Qué suerte, el haber nacido en esta familia!
Las familias locas nunca cometen errores y siempre tienen la razón. Lo saben todo. Bueno, sus jerarcas. Los demás van bien solo en la medida que obedezcan los sabios preceptos del orden familiar. La disidencia solo lleva al fracaso, rotundo e inevitable. Solo un insensato se niega a seguir su sabiduría. Los pensantes siguen consejo. Al fin y al cabo, es por su propio bien.
Esta locura, por supuesto, en la mayoría de los casos pasa inadvertida entre los que la padecen por el simple hecho de ser un delirio compartido. Es decir, entre ellos se dan aliento. Este grupo por su propia naturaleza compacta y cerrada se retroalimenta de la confirmación mutua. O sea, ellos mismos se declaran mentalmente sanos por clamor popular. Y no es sorpresa que la votación siempre sea unánime. Sí, unánime. Porque aquel que se atreva a refutar esta sagrada premisa es despojado automáticamente de su derecho al sufragio, por malagradecido y terco. Su voto no cuenta.
Cabe destacar que en toda familia loca siempre existe un mito de origen. Cuentos mitológicos que narran las grandes proezas de un pasado heroico y lejano. Hechos increíbles realizados brillantemente por sus nobles fundadores. Los padres y los abuelos. A veces incluso un hermano mayor. Seres de una trayectoria impoluta. Ilustres individuos cuyo prudencia se vio reflejada sin excepciones en su elevada moral sexual, en sus astutas decisiones profesionales y en su excelente gusto a la hora de escoger pareja. Trabajadores incansables, desconocedores del vicio y la mala educación, poseedores de claros objetivos y dueños de una mente lúcida e infalible. Verídicas historias de disciplina, obediencia, y triunfo. Sin lugar a dudas, dignos ejemplos a seguir.
El universo de las familias locas es inagotable. Se podrían escribir bibliotecas enteras sobre el tema. Es un mundo lleno de ritos extraños, costumbres exóticas y una fraseología terriblemente amplia. Reinos totalitarios ricos en risas y llantos. Absurdos, pero con muchos encantos. Un ambiente opresivo y dulce a la vez. La persona que descubra que ha crecido en medio de la locura debe aprender que para vivir entre locos lo mejor es sonreír y fingir ser uno de ellos. Pretender otra cosa sería una verdadera locura.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes 29 de Septiembre 2017 en la Columna Entre libros y montañas
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