En
el mundo actual, la religión del éxito burgués se ha convertido sobre todo para
la clase media en el nuevo opio. Lo que comúnmente se llama “éxito” hoy en día,
en realidad, consiste en la ostentación de una lista de determinados símbolos
de estatus que despiertan la admiración y el respeto de la masa, por lo general
sumamente superficial e ignorante. Una persona exitosa no necesariamente es la
más feliz, la más noble o la más inteligente. El éxito significa generalmente
la capacidad de vivir acorde con el estándar material que predomina en la
cultura popular estadounidense. El fracaso es, por lo contrario, no vivir según
ese estándar. En la actualidad, lo que más teme el hombre moderno es ser
tildado de fracasado.
El escritor alemán Thomas Mann logró
considerable renombre con una novela sumamente interesante publicada en 1910, Los Buddenbrook. En su novela, Mann
cuenta la historia de cuatro generaciones de una familia de comerciantes de la
ciudad de Luberck y su decadencia. La
trama de la novela transcurre en el siglo XIX entre 1835 y 1877. Este es un
relato de éxito y fracaso.
El
viejo Johann Buddenbrook, un hombre de éxito, el fundador de la familia que
representa la primera generación, era un hábil comerciante, brillante y
energético. Como es típico de la burguesía, poseía un férreo deseo de acenso
social que buscaba con el fuerte pragmatismo de un genial hombre de negocios.
Uno de las características principales del patriarca era sin dudas su gran
vitalidad.
En la segunda generación está Jean
Buddenbrook, el hijo del creador de la compañía. Luego están sus cuatro
descendientes que conforman la tercera generación, Thomas, Christian, Antoine y
Clara. A lo largo de la novela con el pasar del tiempo, durante la segunda y la
tercera generación comenzaron a aparecer gradualmente algunos signos de
decadencia. Entre varios miembros de la familia, empezaron a manifestarse
actitudes bohemias y empezaron también los primeros fracasos. Hasta que en las
etapas finales del derrumbe de la familia, surge el último de los Buddenbrook y
miembro de la cuarta generación. Hanno, el hijo de Thomas, es un joven
físicamente endeble con carácter depresivo y falto de empuje que muere
prematuramente de tifus, pero dotado con un asombroso talento musical y
esplendida sensibilidad artística, una persona extraordinaria.
Inspirado
en parte por las ideas del filósofo Arthur
Schopenhauer, los conceptos del alejamiento de la vida o la decadencia en
Thomas Mann son interpretados bajo una luz radicalmente diferente a las
definiciones convencionales. Para el escritor, este fenómeno no es visto como
señal de declive sino todo lo contrario. La decadencia es signo de gran
sofisticación. El proceso de decadencia al que hace referencia Mann en su
novela de familia es realmente el distanciamiento progresivo de los valores
burgueses de dureza e insensibilidad hacia nuevos valores. En cada generación,
los personajes de la novela adquieren una dimensión interna cada vez más
compleja y profunda. En esta obra, la decadencia demuestra el más alto grado de
refinamiento cultural, sensibilidad anímica y elevación espiritual.
El
éxito y el fracaso son conceptos que requieren redefinirse. En realidad, el
fracaso es vivir una vida sin un significado, una vida vacía. Por otro lado,
una vida verdaderamente exitosa no es sobre lograr cosas, obtener trofeos o
recibir títulos. Es exitoso quien sabe amar, quien todos los días aprende algo
nuevo, quien cada día ayuda a alguien. Es realmente exitoso quien vive
plenamente, ya sea desde un castillo o desde la más humilde de las chozas.
Gustavo Godoy
Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 7 de agosto de 2015 en la columna Entre libros y montañas
No hay comentarios:
Publicar un comentario