En
la novela futurista “Un mundo feliz” del escritor británico Aldous Huxley, nadie es infeliz. No hay pobreza, enfermedad o guerra. Nadie
envejece. No existe el miedo, ni la desesperanza. Todo es divertido. Hay de todo para todos. Es
un paraíso de consumo. Se practica el sexo libre. Una droga llamada soma es la gran panacea para cualquier
problema. Todos están satisfechos y bien cuidados.
En
esta realidad ficticia, todo es estandarizado, fácilmente consumible, siempre
igual y previsible. El orden, la limpieza,
la producción y el consumo son la norma del día. Henry Ford, el inventor
de las primeras cadenas de montajes, es considerado como uno de los fundadores
de la sociedad de consumo. En la novela,
Ford es “Dios”. Se exclama “Ford mío” en vez de “Dios mío”.
Este
futuro perfecto descrito por Huxley produce escalofríos en vez de ganas de vivir
en él. Aldous Huxley publicó esta sátira social en 1932. Después de visitar los
Estados Unidos, escribió su novela de ciencia ficción a manera de crítica ante
lo que veía venir. A Huxley le
preocupaba la Americanización del mundo. En el periodo de las dos guerras
mundiales se podía anticipar un porvenir repleto de cosas, pero carente de sentido.
Otro
escritor británico George Orwell, sobre todo en su novela distópica “1984”,
temía de un mañana donde los libros fueran prohibidos, donde la verdad fuera
censura y donde la gente fuera contralada mediante la represión por parte de un
Estado totalitario. Sin embargo, Huxley
lo que le inquietaba era un futuro donde nadie le interesara leer los libros, sin importar que estuviera
permitido o no. Huxleycreía que la pasividad, el egoísmo y la indiferencia de una población “atontada” por
lo trivial eran más graves que la represión.
En la actualidad, la gente es controlada, no por el terror como lo
pensaba Orwell, sino por la superficialidad y la comodidad de una sociedad de
masas y de consumo. El placer y el deseo tienen el poder de esclavizar tanto
con la fuerza o el miedo.
En
la parte final de la novela “Un mundo feliz”, transcurre una conversación muy
interesante donde el personaje de John El salvaje, indignado ante ese lugar que
presenció, reclama su derecho a la
incomodidad. “Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero el verdadero riesgo,
quiero la libertad, quiero bondad, quiero el pecado”. El otro personaje responde con asombro “Usted
quiere el derecho a ser infeliz”, “por no hablar del derecho a envejecer y a
volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a
tener hambre, a no saber qué ocurrirá mañana….”. John El salvaje después de un
largo silencio respondió, “Si, eso quiero”. John prefería vivir con riesgos que
ser un autómata dentro de un sistema perfecto y completamente seguro.
En
la sociedad contemporánea, la felicidad esta erróneamente asociada con la
satisfacción de las necesidades físicas y los deseos mundanos. Incluso, se
considera el sufrimiento, los obstáculos y el esfuerzo como opuestos a la felicidad. Contrariamente, los sabios de la historia como Aristóteles,
Confucio, Buda, Lao Tzu, entre otros,
nos han advertido desde tiempos remotos que mientras más buscamos la felicidad
en las circunstancias externas más nos alejaremos de ella. Eso se debe a que la
felicidad es esencialmente un hecho
interno, depende exclusamente de nosotros mismos. La felicidad es el resultado
de llevar una vida rica en valores y provista de sentido. Darle un significado
a nuestra existencia nos aportará la plenitud existencial.
Contrario
a la opinión mayoritaria, la felicidad no es sobre tenerlo todo. Tampoco es la
ausencia de la tristeza, el dolor o el malestar. La felicidad es elegir la
actitud más elevada en cada
circunstancia que se nos presenta. Es un acto de voluntad. Una elección.
Es una disposición mental
optimista ante el pasado, el presente, y el futuro. Es perdonar. Dar
gracias a la vida por lo que somos. Es los momentos simples de la vida: un
café, un amigo, una canción, una montaña, un libro, la mujer. La felicidad es
querer lo que se hace, amar a los demás, y vivir por nuestros sueños.
En
las palabras de Viktor Frankl "La felicidad es como una mariposa. Cuanto
más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella
viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el
camino, sino una forma de caminar por la vida."
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