viernes, 13 de mayo de 2016

Las dos culturas



En los años 50s del siglo pasado, se abrió un interesante debate  en materia cultural desencadenado por el físico y escritor inglés Charles Percy Snow. Snow era físico y escritor de ficción al mismo tiempo. Durante una conferencia en el Reino Unido, lamentaba la brecha entre los científicos y los intelectuales literatos. Fue en ese momento donde se introduce el término las dos culturas.  Por un lado, está la cultura humanística y literaria de la formación clásica. Y por el otro, está la cultura científica-natural y técnica. Snow acusaba a la tradición cultural inglesa del gentleman y del amateur por dar  preferencia  a la cultura humanista y  limitar a la cultura científica. Según Snow, el retraso  de Gran Bretaña en comparación con los Estados Unidos y el Japón, naciones entusiastas de la tecnología, se debía a esto.  Esta conferencia provoco un amplio debate que aun hoy despierta mucha polémica dentro y fuera de los centros educativos alrededor del mundo.

El mundo de hoy coloca el peso en materia educacional a lo utilitario. La persona promedio atiende al colegio y a la universidad con la intención de aprender un oficio útil para poder ganarse el pan. Estudia carreras que le ofrezcan la oportunidad de grandes ganancias económicas y sociales. Actualmente, la idea general  es formar recursos humanos que pueden contribuir al gran aparato socio tecnológico.  Para muchos, los idiomas, la literatura, la filosofía,  la música, el arte y las humanidades son una enorme pérdida de tiempo y un desperdicio de presupuesto. Lo único que hoy parece importar es nuestra capacidad de confeccionar cosas con pilas.

Una educación orientada exclusivamente a lo práctico solo podrá producir Neandertales, vestidos con batas blancas,  manipulando juguetes con luces de brillantes colores.  Por muchos diplomas y títulos que se puede obtener, una formación exclusivamente limitada a lo técnico dará seguramente conocimientos que lo capacitaran para hacer dinero y conseguir un trabajo, pero la persona en cuanto a su comportamiento, sus costumbres y sus pensamientos  apenas habrá evolucionado.  El sujeto será  el mismo que antes de formarse. La única diferencia podría estar en que ahora hay un papel  más que  cuelga en la pared de su oficina y probablemente en su cuenta bancaria que ahora tiene más ceros.

Se puede saber a la perfección la tercera ley de la termodinámica y las más sofisticadas fórmulas matemáticas, pero ¿qué sería de este mundo sin Shakespeare, sin Beethoven, sin Van Gogh? ¿Que sería del amor sin poemas, sin canciones, sin las novelas del siglo XIX o sin  los cuadros de Chagall? ¿Cómo sería tomarse un café con un amigo  sin libros, sin cine, sin las grandes historias o los bellos  mitos? ¿Qué sería de aquellos que no nos gusta el football o la televisión?

La realidad personal es un constructo social que se nutre del entorno. Es por medio del lenguaje en su sentido más amplio  que construimos un mundo de significación que nos permite movernos libremente en el sociedad, relacionarnos con los demás. Un  ser sin cultura es un ser limitado y discapacitado. No podrá jamás cautivar a los demás con sus palabras o llegar a su corazón.

La cultura debe ser vista como una forma de comprenderse a sí mismo, como un lenguaje de autorreflexión, como modos de expresarse y entenderse.  Son los conceptos que se exploran en el mundo de la literatura y en el de  las artes  que, atreves de un universo simbólico, nos cuentan  el relato de la  vida misma y nos ofrecen modelos de transformación  interna.  La vida no es solo sobre hacer cosas, también es sobre sentir cosas. Es también sobre el autoconocimiento,  la belleza, la pasión, el amor, el alma.
 
Gustavo Godoy

Articulo publicado por El diario El Tiempo el viernes 13 de Mayo 2016 en la Columna Entre libros y montañas




 

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