En el mundo de hoy, todos por igual ,los capitalistas, los
socialistas y la opinión pública en general constantemente ensalzan el
trabajo y desalientan el ocio. Uno escucha frecuentemente que la
juventud debe mantenerse ocupada y lejos del ocio. Según el prejuicio
popular, un hombre ocioso es un criminal en potencia y posee un
estatus sumamente bajo ante los ojos
de la sociedad. La religión totalitaria del trabajo es un elemento
predominante en la civilización burguesa de nuestros días.
Como lo abordo aquí, el ocio no es holgazanería o ausencia de
ocupación. Tampoco es el tiempo fuera del horario de trabajo cuando
la clase media dedica horas a ver televisión, chismorrear en el
internet, comer hamburguesas, ir de shopping o pasear en el mall.
El ocio, del latín Otium, es la actividad noble del individuo que se
dedica al estudio, las letras, las artes o el servicio público que
tiene como finalidad la búsqueda del bien, la verdad, la belleza o
la gloria.
Por otra lado, el ocio esta en contraposición a la actividad
burguesa de Nec-otium o en castellano neg-ocio. La tarea mecanizada,
monótono, enajenante del individuo maquina que por un sentido de
obligación y obediencia produce mercancías en busca de dinero y
consumo.
En la antigüedad, el otium y el nec-otium eran la manera de distinguir
al hombre libre del esclavo. El filosofo alemán Nietzsche dice “Quien
no disponga de dos tercios partes de su jornada para si mismo es un
esclavo, independiente de lo que sea además: político, comerciante,
funcionario o erudito”
Es curioso que la palabra trabajo viene de tripalium, en latín, un
instrumento de tortura usado en los tiempos antiguos. Por otra parte,
la palabra escuela viene del griego skolé o en latín schola que
significa ocio.
Cabe decir que no estoy desaprobando el trabajo como la actividad
creadora y gratificante necesaria para satisfacer las necesidades
físicas y psicológicas del ser humano y la sociedad. La critica va
dirigido a la glorificación del trabajo burgués que esclaviza y
embrutece a la humanidad. El burgués nunca tiene tiempo y siempre esta
de prisa. Solo tiene tiempo para los negocios y el lucro. Francamente,
es el peor trueque de todos. Su vida por dinero. Su alma por consumo.
Como dijo el excéntrico escritor irlandés Oscar Wilde “Vivimos en
la época de los supertrabajadores y de los infraeducados; en la época
en que la gente se aplica tanto al trabajo que se vuelve totalmente
estúpida. “
El otium es la base de la cultura. El otium es el alimento del
artista creador. Esa persona que goza del acto mismo de crear. Aquel
personaje que mientras vive, la sociedad lo desprecia, pero después
de su muerte será aplaudido por sus aportes. La cultura seria otra,
si muchos de los artistas, filósofos, poetas, intelectuales,
escritores, y músicos de nuestra historia universal habrían
desperdiciado sus vidas trabajando de 9 a 5 de lunes a sábado
fabricando productos y obedeciendo ciegamente los intereses de un
jefe capitalista.
El hombre de genio requiere soledad y tiempo libre. Necesita
disfrutar de una esfera privada que brinde espacio y sosiego para
poder reflexionar, escribir y crear una obra de significativo valor
cultural y social.
“Nunca he estado menos ociosos que cuando estoy ocioso ni mas
acompañado que cuando estoy solo “. Esta es una frase del celebre
romano Escipión el Africano sacada de los escritos del filosofo y
político romano Marco Tulio Cicerón.
El ocio es una actitud ante la vida. Un forma de vida que se apoya en
el ser, y no en el tener.
Gustavo Godoy
Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 03 de julio de 2015 en la columna Entre libros y montañas
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