viernes, 9 de octubre de 2015

Otro modo de vivir


 




A mediados del siglo XIX, el autor norteamericano Henry Thoureau decidió vivir solo y de manera sencilla en el bosque en una pequeña cabaña construida por el mismo en las orillas del lago Walden, cerca del poblado de Concord en el Estado de Massachusetts en los Estados Unidos. Henry Thoureau defendio la  simplicidad, la autosuficiencia, la soledad, los libros, la naturaleza y la interioridad. Fue un crítico del tipo de progreso que se vino a  imponer  después de la revolución industrial. El novelista ruso León Tolstoi , el líder Hindú Mahatma Gandhi, John F. Kennedy  y  el reverendo Martin Luther King Junior reconocieron su admiración por el excéntrico escritor en más de una ocasión.


Como era de esperarse la mayoría de sus contemporáneos no comprendieron el sentido de sus experimentos. Es natural esperar que la vida de un ermitaño y asceta dedicado mayormente  a la reflexión, el misticismo y la contemplación artística también conlleve, intrínsecamente, un gran costo social. La resistencia de los demás será inevitable. Desde que el mundo es mundo, las sociedades subdesarrolladas  siempre ha marginado despiadadamente  a  las personas excepcionales  que se empecinan en andar obstinadamente  contracorriente. El hombre común va a ser  el peor enemigo del reformador social.

Thoureau decía que cuando uno escuche que alguien se preocupa  por uno y  se acerca para ayudar, la opción más inteligente que tenemos es la huida. En estos casos, la sociedad juega el papel de un mono que quiere salvar a un pez porque piensa que se está ahogando. El que quiera ayudar, pero no se interesa por comprender al otro, termina asfixiando al otro a pesar de sus buenas intenciones.

Según la obtusa moral burguesa, una vida frugal y llena de gratitud es la vida de un chiflado. Para la gran masa cegada por sus prejuicios, estos “desadaptados “no son otra cosa que meros holgazanes sin objetivos, ni futuro. Francamente, un verdadero desperdicio de talentos y potencial.  En nuestra sociedad, el hombre desprovisto de egoísmo, codicia, y ambición es un perfecto pelmazo carente de anhelos concretos.

Los prejuicios de la sociedad de masas y consumo actual asocia la soledad escogida con la depresión y el desamparo, no con la espiritualidad, el campo con el atraso, no con la salud, la paz, o el alma, la sencillez con la pobreza forzosa y las privaciones, no con la elevación cultural y espiritual,  el ocio con la vagancia,  no con el estudio  y la nobleza. Según la concepción totalitaria del capitalismo vigente y los valores de la gran clase media, absolutamente todo debe hacerse siguiendo exclusivamente  un  interés comercial y una apariencia.  Hoy vivimos en una especie de oscurantismo donde un mediocre espíritu gregario lo domina todo.



Emprender  un proyecto de vida alternativo, una visión original del mundo, o  simplemente una manera diferente de hacer las cosas  requiere confianza, fortaleza y grandes sacrificios. La gran mayoría se queda en la teoría porque en realidad es duro crear algo nuevo.  La labor del innovador sobre todo el reformador moral, social y filosófico nunca ha sido fácil. Los verdaderos sueños solo son comprendidos por quien los sueña. El mundo ideal para muchos, muchas veces no coincide con el mundo ideal de algunos.

Por ejemplo, León Tolstoi escribió sobre otro modo de vivir que espantaría  al hombre moderno y bien adaptado:

"He pasado por muchas vicisitudes y ahora creo haber descubierto que se necesita para ser feliz. Una vida tranquila de reclusión en el campo, con la posibilidad de ser útil a aquellas personas a quienes es fácil hacer el bien y que no están acostumbradas a que nadie se preocupe por ellas. Después, trabajar, con la esperanza de que tal vez sirva para algo, luego el descanso, la naturaleza, los libros, la música, el amor al prójimo... En esto consiste mi idea de la felicidad. Y finalmente, por encima de todo, tenerte a ti por compañera y, quizás, tener hijos...¿ Qué más puede desear el corazón de un hombre?"



Gustavo Godoy

 Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Viernes 09 de octubre de 2015 en la columna Entre libros y montañas


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