Todo aquel que escoge emprender un
largo viaje debe esperar piedras en su camino.
Mientras más grande sean sus aspiraciones, mayores serán los retos. Lo
verdaderamente loable requiere un esfuerzo. Lo fácil carece de valor. El que se
sienta plácidamente en el conformismo no se topa con muchas obstáculos pero
tampoco llega muy lejos. Encuentra la seguridad del mediocre
pero nunca las glorias del perseverante.
¿Seguimos luchando, o nos rendimos ahora? Esta es la pregunta interna
más transcendental de nuestras vidas. La respuesta que escogemos determinara quién somos.
Es sumamente ingenuo de nuestra parte pretender que el mundo solo es bombones y algodón de
azúcar. El mundo también es un lugar duro, lleno de espinas, lleno de dolor. El
mundo a menudo nos golpea la cara inesperadamente. A veces no lo merecemos
pero igual nos golpea. La vida nos da fracasos, caídas y sufrimiento. Los
problemas siempre nos encontraran de alguna manera. La diferencia está en cómo
enfrentamos los problemas. Mientras unos
se lamentan y quejan, esperando la justicia divina, otros aprenden, se adaptan, crecen, mejoran y
se levantan para volver a intentarlo, cada
vez con mayor fuerza. Mientras unos se
cansan de recibir golpes, otros siguen caminando firmes, aceptado el sacrificio
con dignidad, dispuestos a enfrentar los tropiezos, sin renunciar jamás. Esa es
la diferencia entre los que sueñan ideas
y los que las hacen una realidad. Es sobre trabajo, paciencia, y cerebro. No es la falta
de adversidades o de recursos, es nuestra actitud. Es sobre esa fuerza que cada uno de nosotros tiene dentro y nadie nos las puede arrebatar.
La mayoría de las personas les
encanta ser una víctima. Culpar algo externo por los problemas es un deporte muy
popular. Culpamos a los demás, al pasado, a los padres, a los
hijos, a la pareja, la falta de dinero, al gobierno, a una oscura conspiración,
a la suerte o a las injusticias. Pero con demasiada frecuencia nos olvidarnos de
colocar en esa larga lista a nosotros. Raras veces asumimos la responsabilidad
de nuestra vida. Raras veces, tómanos control.
Nos falta creer en nosotros. Confiar en nuestra capacidad y grandeza
e ignorar las voces de pesimismo. Por miedo, preferimos definirnos como pequeñas
víctimas de un mundo hostil. Esa es la historia que creamos para sentirnos más seguros.
Pero en el fondo sabemos perfectamente que es una gran mentira. La realidad es
que si podemos. Podemos dar mucho más.
Debemos siempre recordar. Tenemos el
poder de alcanzar grandes cosas y muchas veces no lo vemos. Actuamos como seres
minúsculos pensando que la cima es
demasiado alta y terriblemente inconquistable. Es falso. En realidad, si
podemos. Siempre los límites los ponemos nosotros. No son reales. Estamos donde
estamos porque así lo escogimos. Si quisiéramos realmente algo diferente,
cambiaríamos. Uno es lo que se propone ser.
Hay personas que han logrado
cosas más difíciles en condiciones más adversas. ¿Por qué no vamos a poder nosotros
entonces?
Horas y horas, años y años, décadas y
décadas. Si el sueño es lo suficientemente grande y noble toma una eterna
alcanzarlo. Una vida no es nada, si la causa es justa. La única manera de
desafiar al destino es con voluntad. Lo único que necesitamos para lograr lo
increíble es decisión, pasión, y propósito.
¿Qué estamos esperando entonces?
Aporta al mundo, crea algo memorable,
ayuda a los demás , defiende las causas que valgan la pena. Lucha no por
un día, lucha durante toda la vida. No te quejas, conquista. Mientras más difícil
sea la meta, mejor. Nunca renuncies. No te rindas.
Gustavo Godoy
Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) el viernes 16 de Septiembre 2016 en la Columna Entre libros y montañas
Ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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