Joseph Conrad (1857-1924),
uno de nuestros grandes escritores modernos, nació
en Ucrania, de padres polacos. En su primera juventud, se educó en francés, en alemán y en ruso, pero,
posteriormente, eligió el inglés como su lengua literaria. Desde muy temprano edad, sintió pasión
por el mar. Así que, aún siendo un
adolescente, se enroló como marinero para zarpar
hacia una vida de viajes y
aventuras por el mundo. De todos sus viajes, el suyo por el Congo tuvo en él
obviamente un efecto profundo. Por sus comentarios, ese viaje se sintió como un
descenso al infierno. Y lo cambió en lo
más hondo.
El capitán Marlow, marino
mercante inglés, es el temerario personaje que utiliza Conrad para contar su
historia personal. Sin embargo, el Marlow que conocemos en El corazón de las tinieblas (1899) va más allá de ser un personaje
solamente, parece, más bien, una actitud moral, la del propio Conrad. La verdad
es que Marlow no solo narra los hechos, sino que también los comenta, los
siente y los sopesa. Si leemos sus “juicios” superficialmente, podríamos caer
en el error de considerarlos una censura total de lo vivido; pero no. Sus
conclusiones, aunque sumamente sombrías, distan de ser precisas. De hecho,
presentan una gran ambigüedad y
bastantes dudas. Lo que sí queda perfectamente claro es la intensidad de sus
emociones. Sus impresiones son tan profundas y desgarradoras que dejan al
lector estupefacto del asombro. Eso es porque
el texto, sobre todo en su tono, posee una fuerza impresionante. La obra
logra expresar el horror, la zozobra, la fatalidad, y la oscuridad de aquella
experiencia extraordinaria, como ninguna
otra. Es el trabajo de un verdadero
genio de la sensibilidad.
El
corazón de las tinieblas es el
relato de un viaje por el río Congo.
La obra es, evidentemente, casi una autobiografía, claro que convertida
en un hondo estudio de las emociones humanas. Por una parte, la novela denuncia
severamente las terribles ironías, la amarga
hipocresía y los tristes excesos de la colonización europea en África, pero, también,
plantea temas morales más universales. Conrad explora aquí el problema de la
soledad, el poder y la fragilidad moral del ser humano. Es decir, los nefastos efectos morales que
podrían recaer en un hombre el poseer un
poder sin controles ni frenos.
La trama, en sí, sorprende por su sencillez. El capitán Marlow es asignado con la misión de navegar, con un
barco a vapor, río arribo, adentrándose
al centro de la selva, para rescatar a
un destacado comerciante de marfil, un tal Kurltz, que presuntamente ha caído gravemente enfermo. Pero lo
impactante del relato no son los hechos como tal, sino la atmósfera tenebrosa y
sofocante que poco a poco se va construyendo en una especie de crescendo. Con el pasar de cada página,
la tensión se va incrementando hasta
llegar a niveles de expresión muy potentes. A cada momento, la selva se hace más lúgubre y más intimidante. Y el personaje de
Kurltz también se revela paulatinamente cada vez más grande, más enigmático y
más inquietante. Kurltz, un hombre de gran talento y dotes excepcionales, se ha
convertido un terrible tirano, en una
suerte de dios del mal, el cual los nativos rinden culto como a un demonio.
Kurltz es un hombre con algo que decir.
Un ser que fascina, confunde
y perturba al mismo tiempo. Lo que más
trastorna a Marlow de su encuentro con Kurltz y al escuchar su voz, es la
lucidez de sus ideas. Kurltz no parece estar loco, pero debe estarlo. El corazón de las tinieblas es un oscuro
viaje hacia las profundidades del alma.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 09 de Febrero 2018 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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