El ser humano por ser un animal
social siente una inclinación natural en buscar su validación en los demás. Como
todo ser de naturaleza gregaria y que vive en manadas deseamos la protección del
grupo y la aprobación de la autoridad que lo representa. Queremos que los demás nos admiren y respeten. Tenemos miedo a decepcionar a los demás
entonces hacemos lo posible para no defraudar sus expectativas. Para muchos el ser ignorado
resulta la peor de las tragedias. La sociedad moderna exalta los valores de la superficialidad entonces para impresionar a los demás es necesario disfrazarse. Este juego a veces resulta divertido pero en otras ocasiones
agota. Existen personas que se cansan de sacrificarse para mantener una molesta fachada cuando en el fondo desean otra cosa y quieren vivir bajo otros valores.
El individuo que quiera vivir más tranquilo debe aprender a ser un poco más misántropico.
La misantropía es la actitud social, psicológica
y filosófica que aboga por un rechazo general hacia las personas y sus fallas. Frecuentemente, permitirnos que el juicio de
los demás defina quienes somos. Eso es problemático porque no es raro que muchas de las personas en nuestro entorno se
dejen dominar frecuentemente por la ignorancia, los prejuicios,
y la envidia. La sociedad con su estrechez y mezquindad busca confinarnos en
una cajita de sencilla comprensión. La gente simplifica y categoriza con mucha
facilidad. Pero nosotros no somos eso. Somos mucho más. Somos individuos complejos y contradictorios con un ser mucho más rico e interesante del que los demás podrían apreciar. Somos individuos multifacéticos
que solo develamos una pequeña parte de nosotros al mundo exterior. Debemos aprender un sano irrespeto hacia la opinión
de los otros y desarrollar un escepticismo constructivo hacia la autoridad
dominante.
Por experiencia sabemos que ser selectivos es
una muy buena idea. Sin embargo, a
menudo nos sentimos culpables en admitirlo porque creemos que esta práctica no
es lo suficientemente noble. Desde muy temprana edad nos relatan la historia
que debemos aceptar con los brazos abiertos a cuanto espécimen
se nos cruza en nuestro camino. Según
esta doctrina, debemos amar incondicionalmente a toda la humanidad. Eso podría ser
cierto en un plano poético o metafísico ,pero en la práctica muchas veces esto no es conveniente. El mundo está repleto con
familiares, amigos, conocidos y extraños que es preferible quererlos desde la distancia,
la imaginación o el recuerdo. La misantropía a menudo se confunde con la arrogancia. Eso no es del todo cierto. En realidad es sobre administrar inteligentemente nuestro espacio y tiempo, que son recursos limitados.
Cada quien es el capitán de su propio
barco y es la obligación del capitán ,por
el bien de la tripulación , decidir quien ocupara
la cabina principal y quien merece
ser arrojado a los tiburones. Por supuesto, también puede existir una condición intermedia,
algo así como reo en libertad
condicional. En otras palabras, aquel sujeto que admitimos en nuestra vida
porque tiene su lado bueno , pero le ponemos los grilletes al instante que se torne demasiado necio o imprudente. La proximidad puede ser peligrosa si no se recuerdan
constantemente los límites porque el respeto es algo fácil de olvidar uno vez
que crece la confianza y muchos
confunden la amistad con la posesión. La mayoría de nosotros caemos en la
trampa de no sacar a ciertos personajes de nuestras vidas por amabilidad y con demasiada
frecuencia nos vemos envueltos en situaciones muy incomodas debido a seres que con
sus toxinas contaminan hasta el más placido de los paraísos. Lo cierto es que hay
personas que son una verdadera piedra en el zapato. Le debemos a nuestra salud
mental y espiritual alejarnos de estas criaturas del mismo modo que le huimos al tifus o a la
amibiasis.
La vida es un tesoro. No debemos desperdiciar
nuestra preciada energía con tonterías
ajenas. La opinión más importante es la que nosotros tenemos de nosotros mismos. Vive, y deja vivir.
Gustavo Godoy
@GusGo
Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) el viernes 02 de Diciembre 2016 en la Columna Entre libros y montañas
No hay comentarios:
Publicar un comentario