Las
corporaciones multinacionales se han beneficiado enormemente con la gigantesca y
acelerada desregulación de las últimas décadas en todo el globo. El acceso a
los grandes capitales, los mercados abiertos, los bajos salarios y los paraísos fiscales han creado las condiciones
perfectas para una descomunal concentración de riqueza en la mano de pocos. Los precios de producción han bajado, pero también es cierto que la clase media en los EEUU y Europa ha sido fuertemente golpeada durante este mismo periodo
debido a que los sueldos nunca mejoraron para ellos. Las nuevas tecnologías, el constante
flujo de inmigrantes, el debilitamiento
de los sindicatos y la mudanza de
las fábricas hacia sitios donde la mano de obra es mucho
más económica han logrado que esto sea así.
En EEUU y
Europa, las cosas no andan muy bien para la clase media. Sin embargo, los medios y los partidos tradicionales no
han abordado el asunto con seriedad. Olvidándose
de la gente común, los liderazgos de las
dos tendencias predominantes
(centro-derecha, centro-izquierda) han acordado
llevar a cabo las mismas políticas y defender el status qo consensuando un
centro político común. Wall Street (la
elite corporativa) y los lobbys se han
apropiado de la clase política en el poder. Debido a esto, la insatisfacción es
global.
Este
sentimiento anti-establecimiento es genuino y justificado. Sin embargo, el
sistema está diseñado para evitar cambios radicales. No presenta alternativas
reales. Es muy difícil romper con estas
estructuras de poder para el ciudadano de a pie por los canales regulares. Eso
obviamente es muy frustrante y despierta profundas desconfianzas. Todo esto está ocurriendo en un momento
cuando el mundo está atravesando la crisis ambiental, la amenaza nuclear, guerras en el Medio Oriente, tensiones globales, el problema migratoria y un colapso bancario a la vuelta de la esquina. Y como si fuera poco,
tener hoy acceso a información fidedigna es cada vez más difícil. El debate público
se ha tornado cada vez más superficial
olvidase de los hechos y la evidencia , por un lado, e ignorando los temas realmente importantes para centrandose en lo banal , por el otro.
Esta frustración acumulada está siendo capitalizada por populistas de extrema
derecha cuyo discurso fantasioso está
basado en un nacionalismo obtuso y un sensacionalismo irracional. El reciente triunfo de Trump en EEUU, el éxito del Brexit en el Reino Unido y la victoria
del no en el referéndum en Italia han sido eventos asociados con este nuevo
fenómeno. Algo que también está muy presente en Francia, Holanda, Austria, y Alemania, poniendo incertidumbre
en el futuro de la Unión Europea.
Estos “héroes
del pueblo” han encontrado simpatía en el trabajador cuello azul, el campesinado y los desencantados. En términos generales, las zonas más vulnerables
a los cantos de estos personajes tienden a ubicarse en las áreas menos
desarrolladas como el campo y las pequeñas ciudades. Generalmente, las personas
en estos lugares tienden a ser más conservadoras, menos multiculturales, más viejas y
relativamente menos educadas que los habitantes de las grandes ciudades. Debido a su pérdida en importancia en estos nuevos tiempos
de “diversidad, libertinaje y caos urbano”, la nostalgia, el resentimiento, el nacionalismo y los deseos
por mayor orden han invadido a estos sectores tradicionales.
El descontento se ha refugiado en la extrema derecha en gran
parte porque la izquierda es débil
y está sumamente fragmentada. Obama resultó una desilusión (para muchos) ;
el progresismo en Grecia y España no
generan la suficiente confianza; y las divisiones internas no han dejado
construir una alternativa viable. Por
otro lado, la izquierda ha perdido su base tradicional porque han preferido a los jóvenes profesionales y a las
minorías de las grandes ciudades (beneficiados por la globalización) donde una economía posindustrial está enfocada
más en las finanzas, la tecnología informática y los servicios, abandonando así al movimiento laboral ( Prejudicados por la globalización) Esto
fue un error de la izquierda.
Estamos viviendo tiempos oscuros. Por lo que estamos viendo en
estos primeros años, al parecer este siglo será uno bastante largo. Tomará
mucho de nuestro esfuerzo poder superar
las divisiones, la polarización y las
tensiones.
Gustavo Godoy
Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en varios países el viernes 30 de Diciembre 2016 en la Columna Entre libros y montañas
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