Debemos reconocer que el mundo es un
gran hospital de locos. Si sometemos a
la persona común a una detallada evaluación psicología, con toda probabilidad
el diagnostico no sería muy alentador.
Tan solo basta tener cierto
contacto con otro ser humano para verse expuesto a una serie de males. Todos los días nos encontramos por lo
menos con un grosero, un abusador, un impertinente, un aburrido, un tramposo, y
un hampón. Las cosas por lo general
tienen su grado de dificultad y los obstáculos son lo más común de este
mundo. En muchas ocasiones nuestros
planes no se desarrollan como los planificamos. La gente se muere. La gente se
enferma. Los accidentes ocurren. Los proyectos fracasan. Las cosas se dañan. Y las personas no siempre actúan de la mejor
manera. Esto es así. La realidad es muy cambiante y pocas cosas perduran para
siempre. Lo cierto es que la fortuna es una diosa que unas veces trae nuevas noticias pero otras veces no. Sin embargo, cada vez que enfrentamos un
revés, este nos sorprende. Como si estuvieramos bajo el efecto de un encantamiento, toda noción de realidad es olvidada y
creemos que el mundo para nosotros siempre será color de rosas. A la luz de la
abrumadora evidencia, ya es hora que reconocer que en términos generales el
mundo no es del todo perfecto.
El filósofo romano Seneca nació en la
ciudad de Córdoba, Hispania en el año 4 A.C pero creció en Roma donde fue
entrenado en retórica y filosófica. Por algunos años, sirvió como consejero del
emperador Nerón en un periodo cargado de complicaciones para el Imperio Romano.
Lamentablemente, Seneca fue incriminado
en un fallido complot en contra del emperador. Debido a esto fue sentenciado, probablemente siendo inocente, a ser el verdugo de su propia muerte.
Durante su vida, Seneca escribió numerosos ensayos filosóficos, algunas
tragedias, una sátira y muchas cartas sobre asuntos morales. En sus escritos, abordo en gran medida los temas tradicionales
del estoicismo. Su estilo es claro y sumamente profundo. Su reputación como
hombre de sabiduría ha perdurado a través de los siglos como pocos.
Uno de los escritos más interesantes
de Seneca es “De ira”. Este es un estudio escrito en latín que busca ayudar a
todo aquel que quiera controlar la rabia, la indignación y otros males por
medio de la razón. Seneca decía que la rabia y la frustración son la
consecuencia de un error en nuestro juicio.
En otras palabras, estos sentimientos son el producto directo de nuestra
falsa compresión de la realidad. La rabia y la frustración nacen cuando
nuestras expectativas no se cumplen. El conflicto yace en la disparidad que
existe entre nuestro deseo y la realidad. A menudo mantenemos suposiciones
irrealistas. Formamos creencias y
tómanos decisiones tratando de complacer nuestros anhelos y no prestamos suficiente atención a la evidencia, a la razón o a la realidad.
La mayoría de las personas
sufren de un excesivo optimismo ingenuo. Colocan todas sus esperanzas en eventos
externos y solo esperan resultados
positivos. Esto no es muy sensato. Como ejercicio mental, probablemente es
razonable ser un poco más pesimista,
porque es una garantía que en algunos momentos las cosas no resultan como las
esperamos. Eso no significa desear que lo
malo ocurra o ser un conformista empedernido. Es solo que el mundo inevitablemente trae consigo tanto lo bueno como lo malo y es sensato
preparase también para aceptar lo malo con naturalidad.
Los retos en la vida deben ser
asumidos con paciencia, esfuerzo y buen juicio, no con pensamientos ilusorios y
ceguera. Debemos estar claros. El mundo y las personas tienen sus fallas.
Las decepciones serán algo común. Los contratiempos son parte del juego y hay
que asumirlos con sentido de humor. Si
queremos sobrevivir en este mundo, debemos aceptar que las espinas también es
parte de la vida.
Gustavo Godoy
Gustavo Godoy
Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en varios países el viernes 16 de Diciembre 2016 en la Columna Entre libros y montañas
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