Cuando el escritor peruano
Mario Vargas Llosa recibió el premio Nobel de literatura para el año 2010, en
su discurso de aceptación no pudo evitar recordar a Borges.
El escritor argentino Jorge Luis Borges nunca obtuvo este premio. Algo
que hoy parece insólito e increíble. Algunos especulan que esta penosa falla
por parte de la institución escandinava se debió a consideraciones políticas.
En una oportunidad, el maestro aceptó un reconocimiento de una universidad
chilena y por razones de protocolo el
dictador del país para entonces, Augusto Pinochet, hizo acto de presencia
durante la ceremonia. Eso, por supuesto, se malinterpretó y fomentó la matriz de opinión de que Borges
mantenía una posición favorable hacia las dictaduras militares de derecha. Se
declaró en varias oportunidades como simpatizante del anarquismo individualista
de Spencer. Y se opuso abiertamente al peronismo y a todo
sistema totalitario. Sin embargo, siempre admitió su ignorancia en materia política y se alejó de ella. Otros, como el escritor Ricardo Piglia, argumentan que los suecos no le dieron el
Nobel a Borges porque él nunca escribió una novela. Es cierto, Borges nunca
escribió una novela. Escribió ensayos, cuentos y poesía. Dio conferencias y
entrevistas deslumbrantes. Pero novelas,
jamás escribió. Sostenía que la
literatura es un arte que encuentra su mayor intensidad en la brevedad. Las obras largas aburren y divagan demasiado,
concebía.
Jorge Luis Borges (1899-1986)
nació en Buenos Aires, Argentina. Creció bilingüe. Y desde muy temprana edad,
fue un ávido lector. Cuando tenía quince años su familia se trasladó a Ginebra
donde cursó el bachillerato. Luego, en 1919 llega a España y se vinculó al
movimiento literario conocido como el ultraísmo. En 1921, al poco tiempo de retornar a Buenos Aires escribió su primer libro,
uno de poemas, “Fervor de Buenos
Aires” donde expresó el impacto que tuvo la ciudad en él. Uno vez en Argentina,
colabora en diferentes revistas de la época, tradujo del inglés a varios
autores, entre ellos a Whitman, Kafka, Woolf y Faulkner. También trabajó
como bibliotecario mientras siguió escribiendo, hasta eventualmente alcázar la
fama internacional. En los últimos años de su vida, perdió la vista. Sin
embargo, la ceguera no le impidió seguir produciendo gracias a la ayuda de
terceros.
Borges es maestro de
maestros. Guía de escritores. Lector consumado. Gran critico cultural. Un autor central del siglo XX. Y sus
libros son catalogados unánimemente
como clásicos indiscutibles. En un periodo cuando el continente estaba
dominado por escritores enfrascados en el naturalismo, el criollismo y el
provincialismo, adictos a un lenguaje barroco, Borges creó literatura universal del más
alto nivel en un estilo excelentísimo.
Frente a los textos de Borges, uno se llena de
asombro y extrañeza. Su escritura
despierta desconfianza e incredulidad. Uno duda si lo que está leyendo es una
invención o no. En sus escritos aparecen
de modo recurrente determinados temas. El tiempo, el infinito, la paradoja, el
tigre, el laberinto, los espejos. Su obra nos invita a la idea de que no hay
nada más fantástico que la propia realidad. Mezclaba lo verdadero con lo falso,
lo ordinario con lo irreal, lo verosímil con lo increíble.
Mis libros favoritos de
Borges son Ficciones, el Aleph y El libro de arenas. Recomendaría estos libros para los principiantes en su lectura. El maestro
goza del prejuicio de ser un escritor para expertos y eruditos, pero yo no lo
creo así. Borges es un placer para todos. Es misteriosamente fascinante y profundamente inspirador.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en
El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos
en diferentes países del mundo el Viernes 29 de Diciembre 2017 en la Columna
Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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