Detrás de todo héroe siempre se oculta un dolor. Una vieja herida sin sanar que se lleva a todas partes. Una pérdida, un abandono, un menosprecio o un fracaso. Algo. El mundo puede ser un lugar sumamente cruel para el inocente y un héroe no está exento de esta cruda realidad. Él, al igual que todos, nunca espera contratiempos de buenas a primeras.
Sin embargo, esto rara vez sucede. Nada llega sin reveses. La vida es así. A veces, es la familia. Otras veces, es la sociedad. Otras, puede ser el destino. Pero todos estas variables, ya vengan juntas o por separado, con frecuencia, actúan de modos inesperados para frustrar nuestros planes y deseos más sentidos. Las injusticias nos hacen sentir
pequeños y vulnerables. Entonces y de pronto, estos avatares fomentan la ilusión de que no somos suficientes. Las personas crecen inseguras, desconfiadas y ariscas como los erizos. Dejan de vivir y se esconden para no ser heridas nuevamente. Antes de sanar, lo que predomina es el miedo, la rabia, y las dudas.
El héroe antes de ser un héroe vive una vida de excusas y evasivas. No
afronta la realidad. Nunca asume riesgos. Nunca se abierto a nuevos
retos. Simplemente, ahí, estancado en un círculo donde hay cambios pero
no hay avances. Impulsado por los temores, escondido en una cueva,
esquivando el compromiso e ignorando su verdadero potencial y valor. Se
miente a sí mismo diciéndose una y otra vez que todo está bien. Pero
las cosas no están bien. De hecho, están mal. En realidad el momento ha
llegado cuando hay que salir de la oscuridad y dar, de una vez por
todas, un paso al frente.
Las mejores historias comienzan con el protagonista teniendo todo en
su contra. Al principio, todo indica que los objetivos que se planean
son casi imposibles de lograr pero, a pesar de eso, se sigue caminando.
Hay peligros y enemigos por doquier, pero la voluntad puede más que la
mala fortuna. Mientras más noble es el fin, mayores serán los
sacrificios. No hay buena historia sin conflicto. No hay buen héroe sin
valor. Una gran meta puede impulsar una historia hacia adelante pero los
obstáculos son los que la hacen interesante. La gloria yace en el
esfuerzo.
Una vez que el héroe ha demostrado su capacidad superando todas las
pruebas, empieza a ver las cosas con mayor claridad. Sus valores cambian
y crece en lo interno. Ahora su visión del mundo y de sí mismo es
diferente. Al final de su largo viaje, llega a entender que estaba
equivocado. Lo que anteriormente creía desear no era lo que realmente
necesitaba. Nunca se trató de las grandes proezas y los grandes
triunfos. Desde un comienzo, todo siempre fue sobre algo mucho más
sencillo y elemental. Amar y ser amado. He ahí el centro de todo. Tenía que aceptarse para poder dar de sí. Tenía que sanar sus heridas y poder realizar que sí era suficiente. Su verdadero anhelo siempre fue tener un hogar, pero el miedo y el orgullo se lo impedían.
Los héroes no son más valientes ni fuertes que los demás. Solo son los que
no se rinden con el dolor. Son los que siguen luchando sin parar por un
mundo más amable. Son los que aman, como si nunca hubiesen sido
heridos.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes 15 de Septiembre 2017 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario