viernes, 15 de diciembre de 2017

Madame Bovary



Existen personas que les cuesta mucho trabajo resignarse a su realidad social y monetaria. Simplemente, no pueden aceptar su situación y pasan sus vidas profundamente desdichadas cuando lo cotidiano no coincide con sus falsas expectativas. Esas personas siempre quieren más y más, cayendo muchas veces en la insensatez. Sufren de una eterna insatisfacción y, como consecuencia, viven por encima de sus posibilidades. Es decir, no pisan tierra nunca. No han aprendido a tolerar la rutina ni a superar los obstáculos con paciencia. Abusan de su suerte ridículamente y cometen excesos sin necesidad por el simple hecho de prender ser lo que no son. Aún no han comprendido que no es muy buena idea buscar la felicidad en lo que no se tiene. La vida real está llena de dificultades. Y hay que saber llevar las cosas poquito a poco. Sin prisa pero sin pausa. Este tema lo toca, de una manera sumamente elegante y hermosa debo decir, el escritor francés Gustav Flaubert en su novela Madame Bovary (1857).

Emma, hija de un inculto hombre de campo, se casó con el bondadoso pero aburrido medico de provincia, Charles Bovary. Viven entre gente sencilla y convencional en una pequeña ciudad desprovista de todo atractivo. El problema es que Emma anhelaba más. Ansiaba escapar hacia los lujos y la sofisticación. Tenía un carácter iluso y extremadamente romántico. Lamentablemente, sus aspiraciones se basaban no en la realidad sino en la fantasía. Quería vivir como los cosmopolitas ricos de Paris. Allí, según ella, se hallaba la felicidad y la diversión perpetua entre goces y bailes de disfraces. Su inmadurez la lleva a cometer numerosas tonterías. Por un lado, tuvo dos aventuras amorosas que terminaron inevitablemente en terribles decepciones. Por el otro, se endeudó enormemente comprando banalidades y cometiendo imprudencias. Todo esto la llevó a la desesperación y al final se suicidó. Sus sueños de gloria y toda su bobería finalizaron en tragedia. 

Al leer este influyente clásico del realismo literario, debemos, pienso yo, prestar particular atención a la composición de sus escenas. La celebre escena de la feria agropecuaria, por ejemplo. Aquí, uno de sus amantes, Rodolfo, trata de seducir a Emma susurrando palabras de amor mientras se pronuncia en paralelo un discurso rimbombante por parte de uno de los oradores de orden. Esta técnica de contrapunteo también es utilizada en la escena de la catedral cuando Emma se encuentra con León, su segundo amante. ¡Brillante! Esto es digno de un estudio detallado. 

También es interesante observar el uso de las imágenes, que Flaubert las incorpora en los episodios sutilmente de modos aparentemente casuales pero en realidad sumamente significativos. Por ejemplo, el color azul es asociado a la fatalidad y los caballos a la sexualidad. Esta novela es rica en este tipo de sutilezas.

A Flaubert no se le daba la escritura de manera espontanea. Él mismo confesó en varias oportunidades que carecía de talento natural. Su maestría es el resultado de un gran esfuerzo. Podía pasar meses estancado en unas pocas páginas. Pero, al final, las lograba superar con perseverancia. Su magnifica obra literaria es producto de su enorme dedicación y de su voluntad de hormiga.

Flaubert escribía prosa con una belleza y expresividad poética. En Madame Bovary, no encontramos personajes heroicos ni excepcionales, capaces de realizar grandes proezas o de poseer grandes virtudes. Todos son seres comunes y patéticos. Típicos burgueses de provincia. Es más, toda la historia transcurre en medio de la mediocridad. De hecho, el autor se mofa de sus personajes. La pieza es una crítica a los valores de la clase media. El estilo. Es el estilo que usa el escritor lo que hace de esta novela una verdadera obra maestra. Las descripciones, los diálogos, los hechos y los sentimientos se unen mágicamente en una sublime sinfonía de palabras. Todo gracias a la destreza del narrador que es un verdadero poeta. Una lectura de las mil maravillas. Madame Bovary es una novela para leer y releer.

Gustavo Godoy 

Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 15 de Diciembre 2017 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: buff.ly/2B9vAFO




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