Las sirenas
son criaturas mitológicas presentes en muchas leyendas alrededor del mundo. Estos seres son
doncellas del mar, mitad mujer y mitad pez, de abrumadora belleza que con sus encantadores
cantos seducen, engañan y desorientan a
los incautos marinos. En el poema épico
la Odisea, Homero nos relata un episodio donde el personaje principal, Ulises, se encuentra con ellas.
Ulises,
hombre de gran astucia, de regreso a su
hogar en Itaca , debía tomar la
peligrosa ruta junto a la isla de las sirenas. Para no caer presa de sus
hechizos, Ulises le pidió a su tripulación ser atado al mástil de su
embarcación para evitar perder el
control. Y, de esta manera, Ulises no fue víctima de los encantos de las
sirenas y pudo regresar a casa.
El
intelectual alemán Herbert Marcuse utilizo este mito para ilustrar
la situación del ser humano ante los controles sociales que suprimen el
fluir natural del alma humana.
El padre del
psicoanálisis Sigmund Freud abordo
también esta tema en su libro “El malestar de la cultura” con conclusiones
similares a las de Marcuse.
La sociedad
para funcionar nos impone
constantemente sus deseos, mientras que
el alma lucha por ser simplemente lo que realmente es: Consciencia, libertad, y sentimiento.
Este debate
ha sido planteando numerosas veces. A lo largo de la historia han surgido
muchos individuos con fuertes críticas a
los elementos represivos de la sociedad.
Sin embargo, es prácticamente un consenso que el ginebrino Jean-Jacques Rousseau es el
fundador de la crítica moderna a la civilización.
La famosa tesis de
Rousseau consiste que la civilización impide al hombre realizarse porque impone
una serie de controles que limitan su libertad. Rousseau opino que el hombre es
bueno y libre en su estado natural, sin
embargo, la sociedad lo corrompe y encadena.
Por lo tanto, según el escritor, todo lo natural es bueno, y todo lo
malo proviene de la sociedad. Para este, la civilización es la vida de la gran
ciudad, de los ricos y las cortes. Por supuesto, Rousseau se refería
principalmente las cortes europeas afrancesadas inspiradas por el Ancien
regime. En estos sitios reinaba el
ajetreo, la mentira, la hipocresía y el egoísmo. Es en la naturaleza donde pueden
fluir libremente los verdaderos
sentimientos humanos. La naturaleza significa
la armonía, tranquilidad, la autenticidad y la sencillez. Las ideas de
Rousseau surgieron como un contraproyecto
a todo lo francés y reflejaban un espíritu más acorde con el provincianismo
germano.
Aun en su tiempo, Rousseau ya era un personaje
celebre y sumamente influyente. Inspiro con el tiempo no solo la Revolución
Francesa, sino también el Romanticismo.
En contraste
con la rigidez y los formalismos de las cortes y las ciudades, los románticos valoraban la expresión
espontanea del individuo. El romanticismo se centra en el sujeto que siente. Los individuos creativos ganaron prestigio.
Las normas sociales establecidas empezaron a ser cuestionadas. Mientras que los
oprimidos de la sociedad fueron considerandos no solo como simples iguales sino
incluso mucho más humanos que el resto
de la población. Los pobres, los niños,
los indígenas, los campesinos, el rebelde y el artista se convirtieron en objetos de
admiración. Los tiempos pasados, la vida
rural, y la naturaleza se transformaron en ideales de libertad.
El
pensamiento roussoniano y el romántico a pesar de sus excesos y limitaciones proponen planteamientos muy interesantes
dignos de una profunda reflexión.
Por
supuesto, que los controles y las
formas son necesarias para que la
civilización prospere, pero es igualmente cierto que la familia, la cultura, y
la sociedad intentan constantemente encasillarnos en un molde. El alma humana necesita
libertad para alcanzar su potencial. Y la libertad es ser lo que uno es y no lo
que los otros quieren que uno sea. El primero paso hacia la realización de uno mismo es salir de ese molde que la
sociedad nos impone.Gustavo Godoy
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