sábado, 23 de enero de 2016

Sobre el sufrimiento y el dolor





Gautama Siddharta nació  en la India, en el año 566  A.C, en el  seno de una familia de príncipes sumamente ricos. Durante su infancia y adolescencia, tuvo una vida mimada y opulenta. A pesar de la sobreprotección de su padre, no logro escapar de los hechos desagradables de la condición humana como la sufrimiento y el dolor.  Un día  abandono  su vida de lujos y placeres para huir  a los bosques en busca de iluminación y entendimiento. Después de largos años de meditación y austeridades, se convirtió en el Buda (el Iluminado). Funda una religión mundial llamada  budismo que nos revela una  nueva práctica espiritual basada en  una nueva concepción del universo.  El budismo enseña una teoría unitaria de la existencia, una visión no-progresiva del tiempo,  una ética igualitaria y un ascetismo moderado como un sistema filosófica para lograr libertad, tranquilidad y sabiduría.

Mientras en el pensamiento religioso occidental el sufrimiento, tanto físico como mental, es visto como un terrible mal enviado como un castigo debido a nuestros  pecados, en el budismo la visión es radicalmente diferente. El sufrimiento es el producto de una mala interpretación de la realidad por nuestra parte. En otras palabras, el sufrimiento surge en el momento que la realidad contradicen nuestras expectativas. Según Buda, la ignorancia es la causa principal del sufrimiento. Y la sabiduría y el conocimiento son sus remedios.

  Si nos apegamos a una circunstancia en particular, eventualmente sufrimos si la circunstancia cambia. Un mundo circunstancial es siempre cambiante entonces nuestro sufrimiento es constante si nos aferramos a una idea fija. Muchos de nuestros problemas son problemas creados en nuestra imaginación.  Las muertes, las pérdidas,  las desilusiones y las dificultades se convierten en decepciones en la medida que negamos la noción que  nada es permanente y  que nada es realmente nuestro para siempre.  

Según el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, estudioso de las enseñanzas de Buda,  el sufrimiento es esencial a toda forma de vida.  La voluntad de vivir, de existir está estrechamente relacionada con la lucha contra las resistencias que impone la realidad. Mientras mayor sea la lucha de la voluntad, mayor será el sufrimiento.

Para Nietzsche, siguiendo un poco la línea de Schopenhauer,  el sufrimiento es una afirmación de la voluntad de poder. Y todo gran individuo se caracteriza por experimentar un inmenso dolor frente al mundo.   Según el filósofo, toda expansión requiere conquistar una frontera. Esta barrera significa una lucha entre fuerzas enfrentadas, y eso es el dolor. 

Una persona promedio todos los días se enfrenta a diversas dificultades para lograr sus objetivos. Seguramente, su vida sería mucho más fácil  si no tuviera aspiraciones, pero también sería una vida sumamente limitada.  Si no tuviera nada, pues no perdería nada. El que se rinde por miedo a los peligros, no llegara a conocer nunca su verdadero potencial. Debemos recordar que  estar vivos es estar en peligro. Solo los muertos están en paz. La pérdida de un ser querido o los problemas con los demás  son la envidia del hombre solitario quien no tiene a quien perder o con quien pelear. 

Todo talento, posesión o logro es fruto de un esfuerzo que resulta muchas veces doloroso, pero es  esencial para nuestro crecimiento. Las adversidades y los obstáculos son parte  de la vida. El sufrimiento y el dolor no es otra cosa que la  afirmación que estamos viviendo y debemos afrontarlos con dignidad. Evadir los riesgos es evitar la vida. Cada experiencia difícil nos aporta una nueva capacidad. 
En las palabras de Nietzsche “Lo que no te mata, te hace más fuerte”.  




Gustavo Godoy 
 Articulo publicado por el Diario El Tiempo de Valera , Sábado 23  de Enero de 2016 en la columna Entre libros y montañas

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