viernes, 3 de noviembre de 2017

Los Oráculos




Desde tiempos remotos siempre ha existido entre los hombres la creencia de que es posible predecir las cosas futuras. Tanto místicos como científicos de diferentes épocas han  admitido que existe la adivinación. La habilidad de pronosticar hechos venideros siempre ha tenido sus adeptos. Y donde hay demanda la sociedad humana siempre ha buscado las maneras de presentar diferentes soluciones que la satisfagan. Hoy en todos partes del mundo hay personas que declaran poseer esa facultad, ya sea gracias a un agudo sentido de la observación, ya sea debido a una  estrecha relación con supuestas fuerzas sobrenaturales. Los inversionistas escuchan a los economistas para tomar decisiones. Los enfermos acuden a los médicos para conocer la prognosis de su enfermedad. Y los matemáticos utilizan números y estadísticas para hacer sus proyecciones.  Lo cierto es que toda empresa que involucre riesgos dentro de un largo periodo de tiempo requiere cierto grado de anticipación y preparación de nuestra parte. Y las predicciones, aunque por lo general imprecisas,   son fundamentales en ese proceso para  poder así  ejecutar las acciones correspondientes y de ese modo obtener los mejores resultados, sabiendo de antemano que no existen certezas pero sí probabilidades.

Todo buen observador ha descubierto con el tiempo que el mundo al parecer se  rige bajo determinadas reglas. Y estas reglas tienden a repetirse en el tiempo y en todos los lugares. Si un evento  ocurrió en el pasado en  un lugar particular bajo determinadas circunstancias, este mismo evento puede vuelve a ocurrir  sin mayor sorpresa en el futuro y en un lugar distinto. Eso solo si las mismas circunstancias se repiten.   Entonces, podríamos decir que si sabemos leer de un modo adecuado el presente es posible adivinar acertadamente el pasado y el futuro sin mayores inconvenientes. Esto se lo podemos atribuir a que el universo como lo conocemos aparentemente goza de una unidad física y temporal incuestionable. En otras palabras,  en la gota se conoce al mar y en el comienzo, el final. Si bien es cierto que la adivinación no es una ciencia exacta, eso se lo debemos no a la indeterminación del universo sino a nuestras limitaciones como imperfectos observadores.

En la antigüedad, los adivinos estudiaban los rayos, el viento, el vuelo de las aves y las entrañas de los animales sacrificados en busca de mensajes divinos para predecir eventos de relevancia humana. La interpretación de sueños, la lectura de las manos, entre otros métodos,  han sido practicados con mucha popularidad por diferentes culturas a lo largo del tiempo. Y hasta los más escépticos de vez en cuando han caído en estas  tentaciones.

En la antigüedad también existían los oráculos. Cada cierto tiempo, luego de aceptar las ofrendas de la concurrencia, una mujer bajo los efectos de un delirio inducido por ciertos rituales expresaba la voluntad de los dioses en un lenguaje incomprensible que solo los sacerdotes del templo podían interpretar. Las respuestas, por lo general, ambiguas y enigmáticas, contaban con la fe de los presentes que escuchan atentamente para la toma de decisiones. Todo esto sin duda tenía una función. Solventaba la necesidad psicológica de aliviar las angustias que conlleva un futuro incierto. Y, además, estimulaba la reflexión.

En este asunto de la adivinación debemos admitir que a pesar de toda la charlatanería que gira alrededor del tema hay algo de mucha verdad. Sí hay cosas predecibles.  Del mismo modo que  el canto de algunas aves nos  indica la pronta llegada del amanecer,  la salud de una mascota; los hábitos de una familia,   ciertos cambios  en el pelaje de la marmota; la duración del invierno, o lo que vemos de una mancha errática en un papel podría anunciar  nuestras obsesiones. También se podría decir  sin temor a equivocarnos que en la vida es  nuestra actitud la que indudablemente determina nuestro destino. Porque la mejor manera de predecir el futuro no está en la lectura  del tarot ni en la consulta de los astros, sino en forjarlo con nuestras acciones. En nuestro carácter está nuestro futuro.

Gustavo Godoy

Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes  03 de Noviembre 2017 en la Columna Entre libros y montañas


 
 

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