viernes, 8 de junio de 2018

Moby Dick





Herman Melville, el autor de Moby Dick o la ballena blanca (1851), ciertamente, sabía bastante sobre la caza de ballenas. Durante su vida, por años, participó en expediciones balleneras. Indudablemente, el hombre conocía la materia a fondo. En su obra, dedica capítulos enteros al tema. En Moby Dick,  aprendemos todos los detalles sobre este enigmático animal. Las ballenas en el arte. Las ballenas en la mitología, en la religión, en la historia, en la ciencia. La novela incluye extensos tratados sobre su anatomía, su caza y su preparación. Nos asombra con sus vividas descripciones sobre el proceso de despiece, procedimiento espantoso. Sin embargo, Moby Dick no es un manual sobre cetáceos.   En realidad, la novela es una pieza sobre la necedad humana. Es una tragedia sobre la lucha en el mundo, sobre la rebelión  contra el destino, sobre la obsesión de venganza. Y, por supuesto, sobre las fatales consecuencias de la megalomanía y la desmesura.  La narrativa es muy variada. Salta intermitentemente entre lo mítico, lo épico, lo científico,  lo filosófico y lo cotidiano. Realmente, una obra descomunal.

Dentro de la historia, yace una gigantesca ironía.  Es la siguiente: Sabemos todo de lo que podemos conocer sobre las ballenas en general, pero desconocemos casi todo de Moby Dick. Sabemos que es blanca. También sabemos que en un encuentro desafortunado hirió terriblemente al capitán Ahab. Pero nada más. El animal como tal es un gran misterio. ¿Acaso la ballena es una metáfora para el universo, vasto e infinito? Tal  vez.

El relato comienza en la ciudad portuario de Nueva Bedford, en la costa Este de los Estados Unidos. Nuestro narrador, un joven introvertido llamado Ismael, conoce en una posada a un polinesio que lleva por nombre Queequeg. El personaje, que tiene todo el cuerpo tatuado, en una primera impresión, inquieta a Ismael. Pero pronto el joven descubre la nobleza del “salvaje”. En el libro, Queequeg representa la amistad. Juntos, deciden enrolarse en un barco ballenero, el Pequod. Su capitán es Ahad, un hombre al borde de la locura.

El capitán Ahad es un sujeto de voluntad indomable. Extraño, atormentado, intimidante y lúgubre. Su rostro está marcado por  una larga y enorme cicatriz que parece recorrer todo su cuerpo. Ahab también tiene una pierna artificial,  confeccionada con huesos de ballena (un pequeño recuerdo de su batalla con Moby Dick). Después de que la bestia hirió su orgullo y  mutiló su cuerpo, el capitán quedó poseído por una incontrolable sed de venganza. Ahora, el Pequod navega la terrible inmensidad del mar persiguiendo un único objetivo: Encontrar y matar a Moby Dick.  En su obsesión desenfrenada, Ahad conduce eventualmente  a toda su tripulación a la catástrofe. Finalmente, después un largo periodo en el mar, los marineros logran toparse con el temido monstro. El combate duró más de tres días, pero fue inútil.  Al final, la ballena consigue arrastrar al navío hacia las profundidades del mar. Solo Ismael sobrevive. Únicamente, para poder contarnos lo ocurrido. La tragedia de un hombre y  su imprudente pelea contra el inevitable destino. 




Gustavo Godoy

Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 08 de Junio 2018 en la Columna Entre libros y montañas



ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com

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