viernes, 17 de febrero de 2017

Las Montañas de Mi Vida






A veces necesito irme lejos y estar solo. No es que esté triste o molesto. Es simplemente que soy  el tipo de persona que en  la soledad encuentra su fuerza.  A veces me dan ganas de vagar lejos por senderos desconocidos para escapar de  la falsa sociedad. A menudo me provoca rechazar de golpe todo aquello que es impuesto y crear un mundo propio. Siento la necesidad de ser el autor de mi destino y recrearme en medio de la nada. Comenzar de nuevo en un mundo sin preguntas o intrigas, sin juicios. Asumir verdaderos riesgos. Empezar una nueva aventura en entornos naturales. Y caminar  solitariamente tan solo con mis pensamientos y mis sentimientos , sin tener que complacer a nadie.  Mi alma busca las montañas porque en ellas es feliz.

La sociedad cansa.  La gente cansa.  Vivimos en un mundo de desconfianza y sospecha constante. Los miedos, las fracturas, las exigencias, y las presiones son los tiranos que someten a la vida en sociedad. Cada dia es mas dificil creer en el amor, en  la paz o en la esperanza. Cada dia es mas complicado querer a alguien.  Somos extraños todos. Todos debemos protegernos, escondernos, y disfrazarnos siempre para poder sobrevivir entre  tanta hostilidad , frialdad y recelo. Toma ser valiente o loco para ir contra la corriente. Hay que hacerlo. Pero nunca está mal retirarse de vez en cuando para reponer energías y depurarse en medio de la naturaleza. Eso son las montañas, un bálsamo. Ahí podemos llevar nuestras heridas para que sean sanadas.

Me encanta huir sin mirar atrás.  Apartado de todo, uno es dueño de sus horas y creador de su suerte.  Uno deja de ser un esclavo de la rutina y una víctima de los otros, para hacer del silencio y la emoción  el centro de los días. Las comodidades se abandonan por valores más elevados. En las alturas,  todo requiere un esfuerzo. Todo es fuerza de voluntad. Disfruto esa libertad. Existe algo muy liberador en saber que todo depende de tu actitud. Cuando solo lo elemental y realmente necesario son tus únicos problemas, uno aprende a valorar lo que es verdaderamente importante:  la tranquilidad del alma. En las montañas, no hay pasado ni mañanas. Solo verdes, azules y las nubes. Allá las cosas que hice o deje de hacer ya no importan. Los miedos y el sufrimiento tienden a desaparecer con el viento. Todo es simple y mágico. No hay nada pero a la vez  hay todo. La riqueza, el poder o la fama allá son tonterías.  La montaña todo lo perdona.Todo lo comprende. Y pide muy poco.   Uno se siente como la persona más afortunada del planeta. Uno puede ir mil veces pero nunca se convierte en un paisaje familiar. Siempre es grandioso, imponente y majestuoso. Se confunde lo físico con lo espiritual. Las formas y los colores se transforman en estados del ser.

Agota  buscar la felicidad en los lugares equivocados. A veces toma estar solo en el medio de la nada para poder confrontarse con uno mismo. En la absoluta soledad,  la única opción es escucharse profundamente. Allá lejos del sentido común , de los límites y de todo podemos descubrir qué llevamos dentro y  batallar nuestros propios demonios.

Las verdaderas montañas yacen en el alma. El miedo, la duda, el rencor. Y es ahí en el alma donde hay que conquistarlas. Un paso a la vez con sacrificio y voluntad,  todo cima es alcanzable.


Gustavo Godoy




Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en varios países el viernes  17 de Febrero 2017 en la Columna Entre libros y montañas

ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com

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