viernes, 5 de enero de 2018

El boom latinoamericano




Se podría afirmar sin temor a exagerar que antes de los años 60 los escritores latinoamericanos, sobre todo los novelistas, eran poco conocidos  en el mundo.  Es más, eran poco conocidos en la propia Latinoamérica, entre sus coterráneos.  Se escribía, sí. Muchos escribían muy mal y otros muy bien. Pero incluso los mejores  carecían en una audiencia numerosa.  Los lectores de autores hispanoamericanos eran escasos.  Existían  escritores oficiales vínculos a la política. Y tenían fama de buenos porque a  los gobiernos de turno les convenía  decir que eran buenos. Sin embargo, la mayoría escribía con demasiada erudición y con un lenguaje sumamente barroco. Empecinados en el criollismo, el naturismo  y el costumbrismo.  Lamentablemente, debido a los complejos y resentimientos tan  típicos en los países periféricos, el provincialismo siempre  desplazaba a lo universal.  Y,  por supuesto, la calidad se comprometía entre tanta necedad. Claro, hubo notables excepciones. Por ejemplo, Borges. 

En la primera mitad del siglo XX, el mundo no le prestaba mucha atención a Latinoamérica. Realmente, nunca pasaba nada interesante.  Pero esto cambió en los años 60. En esta década, el continente  experimentó gran agitación social y política relacionada a  la Guerra  Fría. El triunfo de la Revolución Cubana colocó a la región en el mapa mundial.  Mientras que eso estaba sucediendo, un grupo de jóvenes escritores vanguardistas, nativos de países hispanoamericanos pero vinculados a Europa, e inspirados por  prosistas europeos y estadounidenses como Faulkner, Proust, Joyce, Woolf, Kafka, Sartre, entre otros, estaban creando una narrativa nueva que rompía con el pasado  y tenía la fuerza para competir en términos de iguales con escritores de talla mundial.   Fue literatura con eñe, sin complejos y sin pena. De Latinoamérica para todo el planeta.  Fue un boom. Y este boom tuvo un efecto inmediato, ya que cambió la forma en que la cultura latinoamericana fue vista por los demás. La política y esta nueva literatura impulsaron una nueva imagen de lo latinoamericano en los otros continentes. Se descubrió que había novelistas excelentes en esa región antes ignorada. Ahora todos leían a los latinos, incluso los propios latinos.

Se reconoce por consenso general  que los protagonistas de este fenómeno literario y comercial fueron el argentino Julio Cortázar, el colombiano Gabriel García Márquez, el peruano Mario Vargas Llosa y el mejicano Carlos Fuentes. La agente literaria Carmen Balcells, el editor Carlos Barral (ambos radicados en Barcelona, España) y notables traductores  también tuvieron un rol importante en esta historia de éxito. Todos ellos juntos pudieron combinar del genio literario y el tino comercial para crear algo realmente grande.

Según el mito, el boom comienza oficialmente cuando el escritor peruano Mario Vargas Llosa gana con La ciudad y los perros  el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 1962. Y termina con el caso Padilla en el año 1971, cuando el poeta cubano, y opositor al régimen de Fidel Castro, Herberto Padilla  fue perseguido por razones netamente políticas. Eso dividió a los intelectuales de izquierdas y fracturó muchas amistades. Los autores del boom no escaparon a esta discordia que despertó tantas pasiones en su época. 

Las novelas más representativas son Cien años de soledad de García Márquez y Rayuela de Cortázar. Pero hay otras. El boom no fue un movimiento como tal. Pero se podría decir que existió una preferencia por unir lo fantástico con lo cotidiano y una predilección por la ficción histórica. Tuvo un impacto muy positivo. Se reconoció la obra de escritores hispanoamericanos previos al boom. El mundo descubrió a escritores como  Borges, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier y Juan Rulfo. Y también se abrieron nuevas oportunidades para los autores que surgieron después del boom. 

Aun hoy, hay escritores en países latinoamericanos que se enfrascan la idea de escribir solo de lo local y de los recuerdos de su infancia bucólica.  Se esconden detrás de la nostalgia y el terruño para escribir de modo ingenuo. Sin embargo, yo considero que si algo aprendimos de los escritores  del boom es que se puede  escribir a la par del resto del mundo y al mismo tiempo ser latinoamericano.  



Gustavo Godoy



Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 05 de Enero 2018 en la Columna Entre libros y montañas


ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com

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