A través de la historia, no es raro
toparse con seres excepcionales que han preferido una vida solitaria a una vida
social. Grandes nombres como Nietzsche, Kafka, Thoreau , entre otros , han escogido vidas esencialmente solitarias. A
pesar de esto, pocos nos atreveríamos a
decir que estos individuos no vivieron vidas fecundas o que sus aportes a la humanidad fueron insignificantes.
Muchos de estos grandes solitarios fueron ingeniosos innovadores en lo
literario, filosófico, moral o espiritual,
cuya influencia no ha sido pequeña.
Mientras algunos ven la soledad como
algo peligroso e indeseable, muchos pensadores han visto la experiencia de la
soledad como una necesidad para la reflexión y el autodescubrimiento. El filósofo
griego Platón creía que la soledad es deseable porque nos permite pensar sin distracciones. Líderes religiosos como Lao-Tse, Buda, Elías, Juan el
Bautista y Jesús de Nazaret practicaron
la soledad por largos periodos como un método para el desarrollo
espiritual. En muchos contextos , tanto religiosos como seculares, se piensa que
el cortar contacto con otros seres humanos
aporta beneficios. El aislarse de
los demás facilita una relación más
estrecha con Dios, la naturaleza, la
verdad o uno mismo. En diferentes tradiciones espirituales o filosóficas, la vida
del ermita que se retira hacia al desierto, a las montañas, o a un estudio privado
para vivir solitariamente en busca de pureza, sabiduría y plenitud es un
arquetipo común.
El filósofo renacentista Michel de Montaigne, inspirado por los
clásicos, en sus “Ensayos “ escribió que solo en soledad el ser humano puede
encontrar genuinamente la libertad. Los
románticos y los trascendentalitas americanos vieron la soledad, sobre todo la
soledad en medio de la naturaleza, como
un escenario ideal para el crecimiento porque
permite silenciar las voces de la sociedad y despertar los mejores
atributos del alma. Para estos, la soledad era considerada como un estado
ideal.
A pesar de sus beneficios,
comodidades y satisfacciones, la vida en sociedad también está llena de
distracciones, imposiciones, deberes, y vicios. La sociedad por un lado puede
ser enriquecedora pero para algunos también puede resultar sumamente limitante y opresiva. La soledad puede ofrecer
tranquilidad, silencio, privacidad, amplitud de pensamiento y mayor libertad de
acción. Una vida en soledad enfatiza la subjetividad, la mente, y la
imaginación. Alienta la individualidad. En soledad, lejos de las fuerzas del
conformismo, es más sencillo innovar y desafiar el estatus quo. Es mucho más
fácil construir un mundo propio.
En la actualidad, con frecuencia la
soledad se asocia a la timidez, la depresión, el rechazo social y las ideas absurdas. Por lo general, es algo considerado como una
especie de castigo, un símbolo de
derrota o problemas emocionales. Sus críticos piensan que en soledad uno está
mucho más expuesto a la locura, el egoísmo, el error, el fracaso, y los delirios de grande.
Todos estos rasgos atribuidos a la soledad aunque en algunos casos particulares
resultan ser ciertos por lo general son
solo prejuicios.
La sociedad contemporánea subestima
los valores terapéuticos de la soledad. Al mismo tiempo, con demasiada
frecuencia juzga a las personas solitarias como incompletas o defectuosas. En
esta sociedad, solo las experiencias
validadas socialmente son consideradas
las legítimas. Esto es un error. Esta creencia probablemente está
relacionada a la poco importancia que en la actualidad se le da del mundo
interior del ser humano. Sin embargo, la inclinación por la soledad no es algo
necesariamente patológico. La soledad es simplemente un retorno al ser. Es algo sano. Lo
que ocurre es que existen algunos individuos que sienten que sus talentos y aptitudes florecen mucho mejor en
soledad y han escogido un proyecto de vida
y unos objetivos que depende poco en las relaciones humanas. La soledad los libera.
Mientras vivía solo en su cabaña en
el bosque, Henry David Thoreau escribió: “Jamás hallé compañera más sociable
que la soledad.”
Gustavo Godoy
@GusGo
Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) el viernes 11 de Noviembre 2016 en la Columna Entre libros y montañas
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