viernes, 16 de diciembre de 2016

Sobre la rabia y la frustración



Debemos reconocer que el mundo es un gran hospital de locos.  Si sometemos a la persona común a una detallada evaluación psicología, con toda probabilidad el diagnostico no sería muy alentador.  Tan solo basta tener  cierto contacto con otro ser humano para verse expuesto a una serie de   males. Todos los días nos encontramos por lo menos con un grosero, un abusador, un impertinente, un aburrido, un tramposo, y un hampón.  Las cosas por lo general tienen su grado de dificultad y los obstáculos son lo más común de este mundo.  En muchas ocasiones nuestros planes no se desarrollan como los planificamos. La gente se muere. La gente se enferma. Los accidentes ocurren. Los proyectos fracasan. Las cosas se dañan.  Y las personas no siempre actúan de la mejor manera. Esto es así. La realidad es muy cambiante y pocas cosas perduran para siempre. Lo cierto es que la fortuna es una diosa que unas veces  trae nuevas noticias pero otras veces  no. Sin embargo, cada vez que enfrentamos un revés, este nos sorprende.  Como si estuvieramos bajo el efecto de un encantamiento, toda noción de realidad es olvidada y creemos que el mundo para nosotros siempre será color de rosas. A la luz de la abrumadora evidencia, ya es hora que reconocer que en términos generales el mundo no es del todo perfecto.

El filósofo romano Seneca nació en la ciudad de Córdoba, Hispania en el año 4 A.C pero creció en Roma donde fue entrenado en retórica y filosófica. Por algunos años, sirvió como consejero del emperador Nerón en un periodo cargado de complicaciones para el Imperio Romano. Lamentablemente, Seneca fue incriminado  en un fallido complot en contra del emperador. Debido a esto fue  sentenciado, probablemente siendo inocente,   a ser el verdugo de su propia muerte. Durante su vida, Seneca escribió numerosos ensayos filosóficos, algunas tragedias, una sátira y muchas cartas sobre asuntos  morales. En sus escritos,  abordo en gran medida los temas tradicionales del estoicismo. Su estilo es claro y sumamente profundo. Su reputación como hombre de sabiduría ha perdurado a través de los siglos como pocos.

Uno de los escritos más interesantes de Seneca es “De ira”. Este es un estudio escrito en latín que busca ayudar a todo aquel que quiera controlar la rabia, la indignación y otros males por medio de la razón. Seneca decía que la rabia y la frustración son la consecuencia de un error en nuestro juicio.  En otras palabras, estos sentimientos son el producto directo de nuestra falsa compresión de la realidad. La rabia y la frustración nacen cuando nuestras expectativas no se cumplen. El conflicto yace en la disparidad que existe entre nuestro deseo y la realidad. A menudo mantenemos suposiciones irrealistas. Formamos  creencias y tómanos decisiones tratando de complacer nuestros anhelos y no  prestamos suficiente atención a la evidencia, a la razón o a la realidad.

La mayoría de las personas sufren  de  un excesivo optimismo ingenuo.  Colocan todas sus esperanzas en eventos externos  y solo esperan resultados positivos. Esto no es muy sensato. Como ejercicio mental, probablemente es razonable  ser un poco más pesimista, porque es una garantía que en algunos momentos las cosas no resultan como las esperamos.  Eso no significa desear que lo malo ocurra o ser un conformista empedernido. Es solo que el mundo  inevitablemente trae consigo   tanto lo bueno como lo malo y es sensato preparase también para aceptar lo malo con naturalidad.


Los retos en la vida deben ser asumidos con paciencia, esfuerzo y buen juicio, no con pensamientos ilusorios y ceguera.  Debemos estar claros.  El mundo y las personas tienen sus  fallas.  Las  decepciones  serán algo común.  Los contratiempos son parte del juego y hay que asumirlos con sentido de humor.  Si queremos sobrevivir en este mundo, debemos aceptar que las espinas también es parte de la vida.

Gustavo Godoy

Artículo publicado por El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en varios países el viernes  16 de Diciembre  2016 en la Columna Entre libros y montañas

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