Los días pasaban una y otra vez de manera interminable. El tiempo transcurría pero de hecho todo era igual siempre. En realidad, nada ocurria. Aparentemente las cosas sucedian, pero no realmente. Eran las mismas historias pero con diferente superficie. En el preciso momento cuando se pensaba que la plenitud estaba más cerca todo se desplomaba y era necesario comenzar de cero una vez más. Todo se repetia y repetia de modo infinito. Y se vivía en un constante deja vu porque el tiempo al parecer decidió congelarse. Para Sísifo, este limbo que habitaba no era otra cosa que un eterno viacrucis que se reiniciaba todas las mañanas.
No solo eran las decepciones amorosas , o la ocasional depresión dominical. No solo era el trabajo, la rutina y el tedio. Era que todo estaba cubierto por una incomoda y gris pesadez. No solo eran las necedades de la gente y la estrechez de la familia que lo hacían sentirse solo entre tanta compañía. Era también lo absurdo de todo. Con cada éxito logrado, las promesas de satisfacción eran rápidamente defraudadas con el surgimiento de nuevos problemas. Con cada medicina, también llegaban un sinfín de nocivos efectos secundarios. Es que detrás de toda supuesta perfección, eventualmente siempre se descubren, lo queremos o no, un mar de molestos defectos. Nada es completo. Quien piense que la felicidad está en el próximo deseo siempre se verá estafado. Los problemas nunca faltan. Todos llevamos una cruz encima, de algún modo u otro, lo admitamos o no.
Sísifo empezaba a preguntarse si algún día él podría descubrir el final de todo esto ya que nada parecía tener sentido. Todo se encontraba en la penumbra. Y entonces , de repente, un dia, ahi estaba. Como de la nada, llego una epifanía. No era una respuesta para todo. Pero sí una ingeniosa solución para su propia vida. No era un descubrimiento del otro mundo pero sí algo que podía aliviar un poco el peso que debe llevar el hombre trágico durante su mundana realidad. Las circunstancias de la vida casi siempre están fuera de nuestro control. Nada de eso es verdaderamente propio. Pero lo que está en el corazón siempre sera nuestro. Los amores, las pasiones, las ilusiones, los sueños, y todo aquello que se disfruto no nos los puede quitar nadie. Cultivar el corazón. Ese es el truco para engañar al destino. El secreto de ser feliz en medio de tanto chango.
La felicidad está en las utopías. Y estas solo se construyen en la imaginación. El destino de Sísifo era la sensibilidad. Su destino era ser escritor y vivir enamorado. Era escribir la historia de sus sentimientos. Y narrar su experiencia pero no para comprender sino para escapar a un mundo de belleza creado por él. La vida de Sísifo se transformó con el pasar del tiempo en el arqueotipico relato del hombre romántico que supera la miseria con la fuerza de su alma. Sísifo se convirtio en poeta. Con poesia, la vida sí es vida.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes 19 de Mayo 2017 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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