Cuando el ermitaño por fin decidió zarpar a las montañas para vivir solitariamente en la pequeña cabaña cerca del bosque, todo el mundo se preocupó. La gente que tan a menudo ignora las complejidades del individuo excepcional se quedó perpleja en confusión cuando el ermitaño manifestó tranquilamente que buscaría aislarse de la sociedad para escapar de la soledad. Según el análisis vacio de los más involucrados, esta preocupación se podía justificar debido al irreverente desinterés que demostraba el ermitaño al incumplir con ciertas formalidades sociales y estéticas. Ya no se vestía como antes sino que adoptó las fachas rusticas y desaliñadas del indigente. Ya no hablaba de lujos, modas o propiedades sino que se ocupaba de temas mucho más etéreos como la espiritualidad, la poesía y la libertad. Lo de él era desechar todo lo superfluo para dedicarse exclusivamente a la bondad, a la reflexión y a la simplicidad. Algo inverosímil para el limitado hombre mundano.
El repentino retiro de la vida pública del ermitaño era razón para recurrentes debates y discusiones entre las personas que lo conocían. Todos ,aunque con las mejores intenciones, con gran pedantería, se apresuraban a marcar posiciones contundentes y alegres sobre el evento , a pesar de no conocer todos los detalles sobre la situación . Y no hay persona más peligrosa que la que quiere ayudar pero sin el entendimiento adecuada. El torpe diagnóstico de los autodenominados expertos en psicología indicaba que esta aparente decadencia del ermitaño durante su exilio escogido no podría significar otra cosa que un claro deterioro de su salud mental en la forma de locura crónica con grave crisis melancólica. El señor enloqueció, probablemente gracias a un desaire amoroso. Pero lo que más dejaba anonadados a las personas era la risueña y plácida actitud del enigmático ermitaño que de manera misteriosa parecía satisfecho con su realidad. Para la persona común , esto no podía ser normal. Es muy difícil para muchos poder aceptar la posibilidad que alguien pudiera abandonar voluntariamente la religión del éxito burgués y cambiarla por una filosofía de vida que no dependa de las doctrinas del materialismo. Renunciar a la carrera social moderna es un acto descabellado según el consenso general. Nadie quiere ser tildado de fracasado. Siempre se debe aspirar a más. La idea de reducir las necesidades y los deseos en vez de multiplicarlos es inconcebible para la gran mayoría en nuestros tiempos. La gratitud, la sencillez y la quietud no son valores populares en el mundo de hoy. Lamentablemente, esta sociedad mide el éxito según el dinero en el bolso y no según la felicidad en el corazón.
Ya que las explicaciones son inútiles para aquellos que no quieren entender , el ermitaño combatía las campañas de rescate que se organizan constantemente por parte de sus seres queridos para salvarlo de sí mismo con elegantes huidas. Era un maestro de la evasiva y el escape. Esa era la única forma de alejarse de las toxinas de la gente ;y era la solución más eficaz para que él pudiera conservar la dulce utopía que había edificado con tanto cariño.
Lo que ocurre es que el mundo se ha vuelto loco ;y los únicos cuerdos parecen ser los locos. Lo peor que le puede ocurrir a un hombre de nuestra época es tener la desdicha de ser normal. No hay nada más valioso que la riqueza del alma.
Gustavo Godoy
Artículo publicado en El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes 16 de Junio 2017 en la Columna Entre libros y montañas
ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com
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