viernes, 9 de junio de 2017

La Decisión de Paris






Era una epoca dificil en la vida del joven Paris  porque aún no había encontrado su verdadera vocación. Estaba  algo desorientado y carecía de un plan concreto. No sabía lo que quería realmente porque aún  estaba conociendose. Los moldes que le imponía  la sociedad no se ajustaban a su medida. Y no hacía otra cosa que participar en un lento viaje de autodescubrimiento. Sus familiares  ya estaban frustrados. Al principio fueron muy comprensivos pero debido a  la larga duración de este supuesto viaje ya últimamente estaban perdiendo la paciencia. Los argumentos de la familia de hecho eran muy sensatos. El muchacho debía crecer y asumir la responsabilidad de su vida. El no podía vivir sin aportar  a la economía doméstica de forma  indefinida . O por lo menos debía hacer algo productivo. Estudiar, trabajar, mudarse, o  algo.  Las semanas se le pasaban tocando la guitarra, leyendo libros de poesía, visitando a los amigos y refrescándose con la buena cerveza mientras el resto de las personas trabajaban duramente durante todo el día. En su hogar, ya se sentía la tensión. Era el objeto de moda de numerosos  sermones moralistas  por parte de las figuras de autoridad de su entorno que aprovechaban la ocasión para jactarse de sus glorias pasadas, a veces reales pero en muchos casos  ficticias,  y  su reputación  de holgazán ya estaba establecida dentro de su casa.

Irónicamente, más allá de los límites de su morada familiar, su fama no podía ser mejor. Disfrutaba de la estima de todos y poseía la aprobación de la opinión pública.   El chaval en realidad era muy agradable. Era amigo de todos. Gracias a su gran corazón y su trato divertido se había ganado a todos los vecinos, sobre todo a los niños. Como era muy atento y disponía de mucho tiempo libre, en el vecindario era considerado un personaje de suma utilidad. Sus servicios  gozaban de enorme popularidad dentro de la comunidad. Sus proezas eran muy variadas, desde cargar objetos pesados en una mudanza, hasta resolver una crisis de plomería, desde cuidar a los más chicos,  hasta escuchar las  historias del abuelo, desde cambiar un bombillo, hasta bajar el gato del árbol, desde ser árbitro  en los juegos deportivos, hasta ser el animador estrella de las fiestas infantiles.  Su nombre se podía escuchar por toda la cuadra como la consigna más sentida en tiempos de una revolución. Paris, ven un momentito! Y el controversial joven ,con su relajado andar y su generosa sonrisa,  llegaba  listo para afrontar cualquier misión.

Un elemento muy característico de la compleja y contradictoria personalidad de París era su elegante afición por la belleza femenina. En otras palabras, el hombre era un gran enamorado. Se la pasaba de amorío en amorío. Lamentablemente, sus temerarias aventuras sentimentales siempre terminaban  estruendosamente. Sin embargo,   de  algún modo u otro, y con  la fortaleza de un valiente  guerrero,  su corazón roto sanaba rápidamente y  su fe en el amor renacía de los cenizas  como nunca antes,  preparado para una  nueva ilusión. Era un romántico empedernido y no tenía remedio.

Se encontraba en una encrucijada. Y de las muchas soluciones que existían para  hacer desaparecer a la manzana de la discordia que yacía dentro su casa como un gran elefante blanco las había reducido  a solo tres. Podía buscar un trabajo. Podía inscribirse en la universidad. O podía fugarse con la bella vecina para  viajar de  mochileros por el mundo. Aún lo estaba pensando porque todavía no estaba muy seguro. Solo estaba seguro de que , fuese cual fuese su decisión final y cualquier cosa que terminara haciendo con su disipada vida,  deseaba vivir  con desenfreno. Paris quería una vida extraordinaria  y sumamente apasionada.

Gustavo Godoy

Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el viernes  09 de Junio 2017 en la Columna Entre libros y montañas






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