viernes, 23 de marzo de 2018

Muerte en Venecia




Todos tenemos nuestros secretos culposos, pecados que amamos pero nunca confesamos. Sí, es cierto, las personas son mucho más pervertidas de lo que comúnmente aparentan. Detrás de esta fachada de "normalidad" y " decencia" que se muestra, vive un lado oscuro que siempre se oculta. En pocas palabras: la gente se las trae. Claro, esto lo sabemos perfectamente. Sin embargo, estas son las cosas que se callan y se esconden. ¡Qué vergüenza! ¡Qué pena! ... Bueno, se entiende. Comprendemos que la sociedad tiene sus normas. También, la moral impone sus límites. Pero, ¿y las pasiones? ¿Qué pasa con las locas pasiones? Ah, ellas existen. Existen y no tienen freno. Ellas vuelan sin control y sin medida aspirando transgredir todas las fronteras. Así son los seres humanos, una mezcla de pudores y de prohibidas pasiones.



Muerte en Venecia (1912), de Thomas Mann, es una novela sobre la muerte, la vida y las atracciones ilícitas. Sin duda, es una obra que impacta. Nos relata la historia del Gustav von Aschenbach, un consagrado escritor alemán, de unos cincuenta y tantos años de edad. Él es un hombre, disciplinado y severo, dedicado a su arte. Pero, estando en Múnich, sufre de un bloqueo creativo. Entonces, decide hacer un viaje para cambiar de aires. Primero, se dirige a Pula, en la costa Austro-Húngara, pero estando allá cambia de opinión. Finalmente, se traslada a Venecia donde se registra en el Gran Hotel des Bains en la isla del Lido.

Al poco tiempo de estar ahí, se encuentra con una familia polaca durante una cena. Aschenbach queda deslumbrado ante la asombrosa y atrayente belleza de Tadzio, un chico de unos catorce años. Nunca habla con el joven, pero desarrolla una especie de obsesión. Se desvive por él. Esto genera por supuesto un conflicto interno muy profundo en Aschenbach. Por un lado, la culpa. Por el  otro, nunca se había sentido tan vivo. Ahora su vida estaba llena de emoción y sentimientos.

Mientras eso ocurre, brota en Venecia una epidemia de cólera, epidemia  que las autoridades esconden para no perjudicar el turismo. Aschenbach se entera. Pero calla. No huye ni alerta a los demás. Él se queda para poder seguir contemplando al chico. La novela termina con su muerte en la playa mientras veía de lejos a Tadzio jugar.

En esta novela, Thomas Mann confiesa indirectamente sus impulsos reprimidos. Confiesa un secreto que lo atormentó toda su vida. Ojo, no especulo. Sus diarios privados así lo afirman. El Tadzio real, en efecto,  existió. Por muy sorprendente que parezca, la novela es en parte autobiográfica.

Bien dijo Freud: "Las emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde en sus peores formas."

Gustavo Godoy



Artículo publicado en  El diario El Tiempo ( Valera, Venezuela) y en varios medios alternativos en diferentes países del mundo el Viernes 23 de Marzo 2018 en la Columna Entre libros y montañas



ver blog: www.entrelibrosymontanas.blogspot.com



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